En la Junta General del Principado Adrián Barbón anunció que el lío del Consejo de Transparencia se resolverá en dos tiempos: primero se fija la localización de la sede y, luego, se acordará el candidato a presidente. Hasta ahora habían seguido el orden inverso, se negociaba el nombre del candidato con grupos de la oposición, dejando de segundo plato la ubicación del ente. Una vez que el malogrado candidato, José Manuel Fernández, rechazó presidir el ente si se ubicaba en Avilés, los diputados no tienen otro remedio que elegir la Villa del Adelantado como lugar para la sede. En caso contrario parecería que el criterio subjetivo de un funcionario, dictado por sus concretas circunstancias familiares, serviría de guía para orientar la voluntad de la Cámara. Aunque parezca un disparate, Álvarez Pire (PP) llegó a ofrecer el apoyo de su grupo parlamentario para colocar la sede donde José Manuel Fernández considerara más conveniente. Con ese modo de razonar se puede llegar a una conclusión disparatada. Si triunfan la cordura y la dimensión política de la decisión, sólo hay un lugar acertado que no humilla a nadie, mantiene la dimensión regional de la institución y reconoce a la tercera ciudad asturiana el derecho a albergar una sede del Principado.

En otro orden de cosas, Barbón mostró su preocupación en la Junta porque Vox tenga 1.600 militantes, en comparación con los 1.300 afiliados del PP en su último congreso. En un gesto de solidaridad, el presidente hace suyas las preocupaciones del principal partido de la oposición. Si a alguien perjudica el crecimiento de Vox es al PP porque compiten por el mismo electorado. En la otra parte del espectro político, en Asturias el PSOE está fuerte por la decadencia de Podemos e IU. La física de los fluidos en la política funciona con los votos. Los vasos comunicantes. Falta media legislatura para sacar conclusiones.