Hace dos años se firmó el convenio para desarrollar el Área Metropolitana. En la foto estaban el Principado y los seis principales ayuntamientos de la región, con la excepción de Oviedo. Fernando Lastra, uno de los pocos consejeros del Principado que aunó capacidad política y carácter resolutivo, había conseguido un objetivo que con su antecesora, Belén Fernández, no se podía soñar. Tras la firma, Lastra manifestó, “aquí empieza el futuro”. Hasta hoy.
En dos años no se avanzó ni un milímetro. Es evidente que el camino no está desbrozado, pero tampoco se hizo nada por salvar los obstáculos. El Ayuntamiento de Oviedo no se incorporó al proyecto porque el mecanismo de toma de decisiones no está precisamente compensado. A la hora de votar el Principado tiene una cuota del 49% y los ayuntamientos del 51%. La negativa de Oviedo no fue cosa solo del PP, también se opusieron los concejales de Somos (Podemos). En entes mixtos, que llevan muchos años de rodaje, también la posición del Principado está sobredimensionada (Cogersa). No vale decir que vamos todos unidos, pero mando yo. Hay más asuntos. Por culpa de las reticencias de los alcaldes –el documento inicial del Principado estaba orientado a impedir el desarrollo de más suelos urbanizables hasta el año 2030- el acuerdo entre Principado y ayuntamientos acabó reduciéndose a cuestiones de movilidad. Durante décadas se habló de crear un ente metropolitano y nadie lo entendió como un instrumento especializado en un asunto tan concreto. A ello hay que sumar un hecho decisivo: la movilidad integrada en el área central de la región (860.000 habitantes) depende de la mejora de la red ferroviaria de cercanías, y en el Ministerio de Transportes están muy agobiados con otros temas. En definitiva, un esfuerzo colectivo (Principado y ayuntamientos) para coordinar la movilidad, pero la principal responsabilidad recae sobre el Gobierno central, que no está por la labor.
El Área Metropolitana es un simple documento firmado. Los ayuntamientos y los ciudadanos no demandan su reactivación. Para animar a los alcaldes Fernando Lastra vendió la moto de que hacía falta formar grandes unidades urbanas para acceder a subvenciones europeas. Conglomerados de más de 500.000 habitantes. Como truco vale, pero para llevar adelante un proyecto tan complejo es preciso apelar a otro tipo de argumentos, con ganancias urbanísticas, medioambientales y de servicios. Y animar a superar un déficit histórico: el localismo.