Con frecuencia una situación sobrevenida sirve para medir la capacidad de respuesta de la Administración pública y, en ocasiones, la responsabilidad de la población. El caso paradigmático es la pandemia, que ha servido para admirar a los países asiáticos de la cuenca del Pacífico y para tomar conciencia de las limitaciones de las democracias occidentales. En el caso de España hemos visto cómo la fama del País Vasco era pura ficción, con un gobierno nacionalista incapaz de gestionar la emergencia sanitaria (la región con menor porcentaje de vacunación) y una población irresponsable que no sigue las mínimas pautas de autoprotección: Guipúzcoa era ayer el territorio europeo líder en contagios.
Otros problemas cotidianos de menor envergadura también sirven de test para medir la eficacia de la Administración. Por ejemplo: la subestación que debe suministrar energía eléctrica a la Zalia. Pasan los años y no se construye la subestación, así que no se pueden vender las parcelas de la zona logística porque nadie va a comprar un terreno para poner una nave si no hay luz. El operador eléctrico y el Principado no son capaces de ofrecer una solución y el problema se agranda cada día que pasa.
El argayo que cortó la N-634 y paralizó las obras en la autovía de Oviedo a La Espina también es un test para la Administración. Se trata de un trastorno grave que daña a un territorio grande al impedir el paso al suroccidente de la región. Los alcaldes de Salas y Tineo han puesto el grito en el cielo, los empresarios se han movilizado, y desde el Ministerio de Transportes se da un plazo de cinco meses para construir un bypass que permita reanudar la comunicación sin verse obligados a dar un rodeo (una hora de viaje) para llegar a Salas. Hasta dentro de cinco meses no hay nada que hacer. Ojo, es un plazo dado antes de meterse de lleno en la faena, con lo acostumbrado que está el Ministerio de Transportes a rectificar las fechas de finalización de obras. Melania Álvarez, portavoz del Principado, dice que la Delegación del Gobierno “trabaja sin descanso”, y la propia delegada del Gobierno asegura que los técnicos del Ministerio de Transportes “trabajan sin descanso”. Por razones de seguridad la obra llevará cinco meses. ¿Si hubiera quedado incomunicado Durango también tardarían cinco meses? ¿Y si el argayo afectara a Olot qué diría el ministro? El argayo es en el suroccidente asturiano, por eso Ábalos, ayer, delante de unos micrófonos decía que “Madrid parece una dictadura”.