Isabel Díaz Ayuso fue la gran triunfadora de las elecciones. Los comicios se habían planteado como un plebiscito en torno a su persona y logró lo que pretendía: una mayoría muy holgada para gobernar con discurso propio, convirtiéndose en una figura de la política nacional. El PP sale beneficiado con su tirón personal y, por primera vez, desde la censura a Rajoy aparece como partido que capta todas las sensibilidades del espectro político a la derecha del PSOE. Sin hacer ningún viaje hacia el centro se quedó con los 26 escaños de Ciudadanos y captó un porcentaje de voto socialista, porque el hundimiento del PSOE no se tradujo enteramente en escaños de izquierda. Vox ganó un diputado, nada que ver con el gran resultado de Cataluña, donde obtuvo más escaños que el PP y Ciudadanos juntos. A diferencia de Casado, Ayuso no pronunció críticas hacia Vox, se limitó a batirle de largo en las urnas.
El PSOE obtuvo el peor resultado de los 38 años de elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid. Gabilondo no era el mejor candidato, pero la culpa la tienen los que mandaban en la campaña y en Gabilondo: Sánchez y Redondo. En la primera semana el protagonismo fue para Sánchez, y al ver que no remontaban en las encuestas tomaron prestado el dilema de Iglesias: fascismo o democracia. Un disparate que les dejó por debajo de Más Madrid. Muy buen resultado del partido de Íñigo Errejón que tuvo el acierto de ceder todo el protagonismo a la candidata de las “5 M”: Mónica, Más Madrid, Mamá, Médico. Un logro que tiene más importancia si se compara con el registro de Unidas Podemos y el fracaso personal de su líder, Pablo Iglesias. Comprobado el desastre en las urnas, el fundador del partido morado anunció que deja la política arrollado por el tren de la libertad de Ayuso.
La jornada sólo tuvo una vencedora, la presidenta de la Comunidad de Madrid aunque Mónica García merece un accésit. De las urnas salieron tres derrotados: Ciudadanos, PSOE y Unidas Podemos. El partido naranja entra en la fase zombi, sin posibilidad de recuperación; el PSOE finaliza abruptamente su corto ciclo exitoso, iniciado en las elecciones generales del 28 de abril, y Unidas Podemos sigue cosechando fracasos y ahora es un partido descabezado. El bloque de la derecha vence, y a las izquierdas les queda el magro consuelo de que en las convocatorias a escala nacional contarán con la ayuda interesada de toda la patulea de siglas independentistas. Queda por saber si Madrid es un verso libre o la primera estrofa del soneto.