El Principado ha llegado a un acuerdo con los sindicatos sobre el teletrabajo. En la Administración autonómica será una modalidad voluntaria, reversible y rotatoria. La idea es combinar la actividad presencial –tres días- con el teletrabajo las dos jornadas restantes de la semana. Si se considera que el trabajo a distancia es algo positivo para la sociedad, extraña que la Administración no pueda imponerlo, sino que dependa de la voluntariedad de los empleados. En manos de los funcionarios queda la posibilidad de que haya o no teletrabajo en el Principado. Vamos a ver qué hay, aquí y ahora, detrás del teletrabajo.
El confinamiento de la primavera de 2020 dio todo el protagonismo al trabajo a distancia. Estaba prohibido acudir a oficinas, talleres, bares y tiendas. El teletrabajo se puso de moda y empezó a ser de buen tono decir que se teletrabajaba. Es importante hacer esta acotación, porque la visión social sobre los desempeños laborales tiene mucha importancia para que permanezcan o sean efímeros. En los países más avanzados la práctica del trabajo a distancia está mucho más implantada. Allí es mucho más frecuente en los ejecutivos que entre la tropa. Sin embargo, el incipiente teletrabajo en España es para los curritos, mientras los jefes permanecen en la sala de máquinas. Superadas los distintos confinamientos, el teletrabajo en Asturias es fruto del pensamiento único al cumplir con los dos mandamientos de la vida sana: digital y ecológica. El teletrabajo obliga a tirar de router y wifi, y por eso es ya eficaz y eficiente; al hacerse a distancia se eliminan viajes en coche, autobús o tren, convirtiéndose en una categoría superior de servicio a la comunidad al recortar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para que funcione el modelo del teletrabajo es preciso que haya unos buenos métodos de control y se expliciten unos objetivos que permitan observar si se producen desviaciones. En el Principado no hay nada de eso. Tampoco en Cataluña o en Andalucía. El modelo de presencialidad para los jefes y distancia para los empleados elevará a unas cotas desconocidas la productividad de la función pública. Quedará implantada la semana laboral de tres días, sin haber pasado por la de cuatro. Hace algo más de un mes contacté con un ayuntamiento mediano para hacer una gestión. La gente teletrabajaba y sólo me podían atender los jueves. Tenían la agenda completa y me citaron para cuatro semanas más tarde. Definitivo: la fórmula vino para quedarse.