Por primera vez el despoblamiento en el medio rural ocupa un lugar relevante en la agenda del Principado. En la pasada legislatura el Gobierno de Javier Fernández elaboró un extenso plan demográfico (220 páginas), sin que tuviera transcendencia para la región, ya que faltó lo que da vida a cualquier plan: voluntad de ejecutarlo.
En el presente mandato se han presupuestado ayudas a los habitantes del medio rural. Los desembolsos económicos son, aún, muy limitados, pero lo más relevante es el nombramiento de Jaime Izquierdo como comisionado para el Reto Demográfico, por su solvencia profesional, el compromiso demostrado con la población rural y los proyectos que trata de impulsar. A ello se suma el plan, “Pueblos con futuro”, del Gobierno central, que reserva 10.000 millones de euros de los fondos europeos para desarrollar 130 medidas contra la despoblación en el agro.
Si no se detiene la despoblación en el campo Asturias encoge. Perdería su principal riqueza, la fuerza del territorio, con grandes recursos naturales (el 12% de los recursos hídricos del país). Es la comunidad autónoma con más superficie protegida, el 17,7% del territorio, mientras que la media de las regiones está en el 6,3%. Sin población la Asturias verde desaparecería.
DESCENSO
Siendo todo lo anterior muy importante, Asturias tiene un problema más grave que engloba a la despoblación del medio rural: el declive demográfico de la región. La pérdida de habitantes afecta a todos los concejos, grandes, medianos y pequeños.
El descenso poblacional no ocurre sólo en las alas ni en el medio rural; el área central, donde están las diez principales urbes de la región, pierde habitantes de forma acelerada.
Si es difícil salvar a Asturias sin atender el vaciamiento del medio rural, la misión deviene en imposible si no ponemos el foco de atención sobre el área central, donde viven el 80% de los asturianos.
Es muy importante ganar la batalla al despoblamiento rural, pero de nada servirá si perdemos la guerra del declive demográfico regional.
Siempre que se habla de disminución de habitantes se propone la creación de empleo como remedio. Es evidente que con pleno empleo repunta la natalidad, pero no se puede esperar que un problema se resuelva (declive poblacional) a partir de la solución de un problema más difícil (el empleo).
Partamos de dos premisas realistas: será muy difícil bajar de un 11% o 12% de paro y la llegada de inmigrantes tenderá a ser baja o muy baja en el corto y medio plazo. Nos queda la tercera vía: elevar la tasa de natalidad con estímulos directos.
En la actualidad, Gijón, Oviedo y Avilés están entre las ocho ciudades con la natalidad más baja de España.
ESTÍMULOS
La clase política asturiana, con la excepción de Foro, no quiere oír hablar de estímulos económicos directos para reactivar la natalidad. Si se les nombra la cuestión se salen por la tangente de las guarderías. La única vez que hubo estímulos directos -año 2008, iniciativa de Zapatero: 2.500 euros por nacimiento- la natalidad alcanzó el máximo del siglo en España y en Asturias. Los agentes responden a los estímulos.
En el año 2006 habían nacido en Asturias 7.596 niños, la cifra más alta desde el año 1991. Pues bien, en 2008, primer ejercicio en que la ayuda extraordinaria se mantuvo durante los doce meses, se registraron 8.221 nacimientos. Hay que retroceder a los años ochenta del pasado siglo para encontrar algo semejante.
El pasado año nacieron 4.929 niños, así que sin llegar a los 15 millones de euros -mucho menos de lo que nos costará cada año la cooficialidad del bable- comenzaría a invertirse el declive demográfico, el gran problema de la región. El Principado tiene que hacer política a la altura del desafío demográfico que va mucho más allá de fijar población en la zona rural.
PLAN
Hay que ir a un planteamiento socio-económico fuerte. Tenemos los colegios semivacíos por falta de alumnos. Es el momento de agrupar los dos ciclos de Infantil, desde los cero a los seis años, en las mismas instalaciones y ampliar las becas comedor –en Gijón, por ejemplo, llegan al 80%- para que las parejas tengan resuelta la manutención de los hijos (la llamada “atención temprana” y la comida de mediodía).
Los centros deben estar abiertos hasta las 20 horas; una medida que no pasa de ser una extensión del programa 11×12 (once horas al día, doce meses al año). Entre el Principado y los ayuntamientos pueden garantizar a las parejas que sus hijos pequeños estarán atendidos y mantenidos de forma gratuita durante casi todo el día, dejándoles tiempo libre para trabajar o formarse.
La oferta de ayudas puede ampliarse, fácilmente, con ropa reciclada o productos lácteos para merendar. Hay muchas empresas que estarían dispuestas a colaborar en un programa bien presentado que explique lo básico: Asturias necesita más asturianos.
Vamos a ser víctimas de la demografía declinante. Ya lo somos, basta ver que pasamos de ser lo más reivindicativos de España a la región que menos se queja. No hay futuro sin gente de futuro. La clase política no puede mirar para otro lado. Estimular la paternidad con guarderías y tarjetas gratis para el autobús es como pretender erradicar el coronavirus a escobazos.
Hace falta dar un paso al frente y gastar en impulsar la natalidad lo que están dispuestos a gastar en otras actividades superfluas y divisivas que sólo consume la clase política.