El Principado ha ideado un modelo de oposición para adquirir la condición de funcionario de carrera basado en dos premisas: se suprimen las pruebas teóricas y la experiencia en la Administración será valorada con el 40% de la puntuación. Las pruebas serán todas prácticas y los aspirantes que hayan trabajado unos años como funcionarios interinos recibirán cuatro puntos sobre diez. No hace falta decir en quiénes estaban pensando los políticos que redactaron las bases para las pruebas de acceso: los funcionarios interinos. Se les pide que abandonen el puesto de trabajo porque es preciso convocar oposiciones para asignar las plazas con carácter definitivo -plazas en propiedad- y, a continuación, se aprueba un método para que todos los interinos vuelvan a ocupar los mismos puestos con la absoluta certeza de que nadie les podrá importunar hasta el día de la jubilación. La Hoja roja de Delibes.
Toda la operación se hace para restablecer la legalidad y en nombre de ella se crea un tipo de concurso-oposición que deja en puro simulacro la competencia entre los aspirantes ajenos a la Administración y los interinos de la misma. Otorgar una ventaja de cuatro puntos sobre diez trae como consecuencia que en el grupo de los no interinos, que bien podemos llamar los inexpertos, aunque alguno llegue a sacar la nota máxima en las pruebas prácticas se quedará sin plaza. No es ninguna novedad, ya ha ocurrido otras veces, pero es bueno recordarlo.
La supresión de la prueba –o las pruebas- teórica tiene el mismo objetivo. Se evita que ganen los más estudiosos y se valora exclusivamente la destreza en hacer algo que forma parte de la rutina de los funcionarios interinos. Hay que reconocer que esta medida tiene un apoyo social muy elevado porque cuanto menos contenido teórico (se suele llamar “memorístico”, como si para cocinar una paella no se utilizara la memoria. Los que digan que se cocina con la experiencia, habrá que aclararles que la experiencia vale solo si queda grabada en la memoria) – tengan los exámenes de cualquier tipo más apoyo concitan. Se crea de esta manera un precedente muy peligroso, ya que no se puede poner la Administración en manos de gente sin un bagaje de conceptos mínimo. El Principado solventa un problema que no tenía buena solución: una oposición pura y dura dejaría en la calle a muchos interinos que llevaban veinte años trabajando para la Administración, mientras que el modelo aprobado dejará en la calle a gente que ya está en la calle. Y tomó partido.