Las respuestas dadas por Delia Losa en la entrevista publicada ayer en EL COMERCIO fueron recibidas con críticas por los agentes sociales y portavoces parlamentarios. Parece que ignoran que los delegados del Gobierno son representantes del Ejecutivo central sin que esté previsto que sean una figura política con autonomía. Por principio, ellos defienden al Gobierno del que son portavoces en la región. No hay nada novedoso en las respuestas de Losa, a no ser que pensemos que le tocaba criticar la actuación del ministro Ábalos en el “argayu” de Salas o que debía discrepar del inminente indulto para los sediciosos del 1º de octubre. Es decir que nos montemos la ficción de que tiene una cierta independencia con respecto al Gobierno central.
De las palabras de Delia Losa destaca, por encima de cualquier otra consideración, que es una “sanchista” de corazón. Es más contundente defendiendo al secretario general de su partido que al propio Gobierno que representa. Las medidas declaraciones de Felipe González (“yo, en estas circunstancias, no indultaría a los políticos catalanes condenados”) le parecen de una deslealtad absoluta. Y añadió, “un socialista de verdad no hace eso nunca”. Deducción: Felipe González no es un socialista auténtico. Sólo desde una gran implicación con Sánchez se hacen declaraciones tan rotundas sobre una figura histórica del propio partido.
Defender al Gobierno de España en Asturias es mucho más difícil que hacerlo en Aragón o en Murcia, porque uno de los miembros (miembras) que tiene más libertad de actuación es Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno, que con la disculpa de la ecología decide sobre la energía, la industria, los trasvases de agua y la fauna salvaje. Delia Losa vende el compromiso presupuestario del Gobierno con Asturias, con cifras elocuentes, AUNQUE la política fundamentalista de Ribera pone en jaque los activos más valiosos de nuestra economía: industria y energía. La Delegada del Gobierno habla de lo bien que le van las cosas a Astilleros Gondán o a Windar, pero las grandes factorías de la región, como son las tres plantas electrointensivas (Alcoa, Asturiana de Zinc y Arcelor) atraviesan una situación complicada. La imagen del Gobierno de Pedro Sánchez en Asturias se ha deteriorado. El presidente no hace un hueco en su agenda para recibir a Adrián Barbón, sin embargo no aplaza la cita con Pere Aragonés aunque exija amnistía y autodeterminación. Es más fácil hacer enjuagues con los presos que con el CO2.