El Principado dice sí a las fiestas de “prau”, al ocio nocturno y a las playas sin restricciones. Por lo que se refiere a la autoridad política hay vía libre para explotar los recursos económicos propios del estío. Ya sé que las discotecas tienen que cerrar a las tres de la madrugada y que no pueden juntarse más de diez personas en torno a la mesa de una terraza, pero hace un mes ningún hostelero imaginaba que iba a estar tan despejado el horizonte.
En Vivero (Lugo) los hosteleros rompen platos en la plaza por las duras medidas que impone la Xunta; se ve que hay sitios donde trabajan con más trabas. Si la actividad se tuerce será porque la pandemia remonte el vuelo. Con 73 casos de incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes no estamos para tirar globos, pero ahora tenemos un arma que altera cualquier predicción: la vacunación masiva. Repito que puede haber retrocesos, como ocurre, por ejemplo, en Tineo, con 260 casos de incidencia acumulada, pero es probable que el avance de la vacunación nos proteja lo suficiente como para hacer caja en verano. Como Asturias recibe muy poco turismo extranjero, todo dependerá de las ganas que tengan nuestros compatriotas de visitar la comunidad autónoma con la costa más conservada de España. Se hicieron destrozos, claro que sí, pero menos que en otras regiones. Antes de reservar habitaciones los potenciales clientes observarán qué cifras arroja la pandemia y harán comparaciones con otras comunidades. Los resultados fueron tan favorables el verano pasado que en Llanes la gente decía que “julio fue agosto”. A ver si acompaña la suerte.
La clase política tiene que realizar su desescalada particular. No pueden caer nuestros políticos en la tentación de transitar de la pandemia a la precampaña electoral sin pasar por la normalidad. Aquí hubo debates interminables sobre el fondo de rescate que de tanto trocearlo entre gremios terminó por hacer bueno el refrán: el que mucho abarca poco aprieta. Ahora le toca a la industria y en vez de declarar persona non grata a la vicepresidenta Teresa Ribera, verdadera causa de nuestros males, se organiza un debate para echar la culpa a los de casa. Al parecer la electricidad está cara porque las conclusiones de la Alianza por la Industria siguieron la vía del e-mail en vez de viajar a Madrid y echar dos juramentos. Con tanta ceguera voluntaria no podemos llegar divididos al debate de los fondos europeos, porque temo que nos van a querer marginar para dar preferencia a los aliados de Sánchez.