La dimisión de Pablo Iglesias dejó vacío el sillón del secretario general de Podemos, un cargo por el que compiten Ione Belarra, Tettamanti y Barredo. La ministra tiene todas las bendiciones del aparato del partido y será la nueva secretaria general, salvo sorpresa. Es una candidata netamente continuista, persona de la máxima confianza de Irene Montero y Pablo Iglesias, no va a imprimir ningún giro en el partido. En Asturias todas las corrientes de la organización la apoyan, algo que no ocurrió siempre con Pablo Iglesias. Todavía el mundo de Galapagar, con ramificaciones en Asturias, le quiere pasar una factura a Daniel Ripa por las discrepancias del pasado. Pronto llegará el momento de saldar diferencias.
El poder en Podemos tiene fórmula binaria; desde el tándem fundacional, Iglesias-Errejón, pasando por la reciente pareja, Iglesias-Montero, hasta el dúo que se prefigura, Belarra-Díaz. Es llamativo que Ione Belarra y Yolanda Díaz sumen responsabilidades partidarias y parlamentarias a sus cargos ministeriales. Un ministro dirigiendo un grupo parlamentario es para nota. Si se quiere que un partido pierda vida, lo más eficaz es poner en la cúspide a alguien que sólo le pueda dedicar ratos libres. Ahora bien, si se trata de cerrar filas con las ministras lo mejor es convertir al grupo parlamentario y a la estructura partidaria en correas de transmisión del Consejo de Ministros. Precisamente este es el papel que han jugado en el año y medio que llevamos de legislatura. Pablo Iglesias interpretaba el papel de socio contestatario del socialismo, pero desde su retorno a la sociedad civil nadie ejerce de Pepito Grillo en el Gobierno.
Para Asturias resulta nefasto el cierre de filas de Podemos con la vicepresidenta Teresa Ribera. Desde el lobo hasta Alcoa sus decisiones nos perjudican de forma grave, sin que los ministros y diputados de Podemos digan ni mu. No recuerdo otro caso igual en el pasado que erosionara tanto los intereses regionales. IU se quejó de la falta de implicación de Sofía Castañón con la industria asturiana. La diputada asegura que no pierde ocasión de recordar los asuntos pendientes, “como el estatuto de electrointensivas”. Qué más quisiéramos que estuviera pendiente: lleva más de seis meses beneficiando a industrias ajenas y perjudicando a las verdaderas electrointensivas que residen en nuestra región. Es fácil de explicar: Podemos participa del fundamentalismo ecológico de la ministra. Las quejas con la boca pequeña.