Nuevo desencuentro sobre la industria entre el Gobierno y la oposición. Adrián Barbón puso ejemplos concretos sobre la influencia positiva de sus gestiones en Madrid: la reunión de la ministra Reyes Montoro con los sindicalistas de Alcoa, la próxima entrada en funcionamiento de la regasificadora, tras largos años de hibernación, la participación del Gobierno de España en la Zalia o el aumento de las compensaciones por las emisiones de CO2. Empresarios y sindicatos quieren más avances porque la gran industria está en una situación harto difícil: a los seis meses de haberse aprobado el estatuto para las electrointensvias la factura del suministro energético se ha duplicado. Con un coste tan elevado las factorías asturianas no pueden competir con las de otros países.
Es un asunto muy trillado, pero la polimorfa oposición siempre sorprende. Cargaron todos contra el consejero de Industria. Enrique Fernández es el culpable de las dificultades por las que atraviesa la industria asturiana. Ripa (Podemos) dice que su Consejería “se asemeja a un barco sin capitán”. Después de tantos avisos a lo mejor hay que organizarle un escrache, a ver si reacciona. Ángela Vallina (IU) instó a rectificar para que la protesta sindical “no sea contra un gobierno que nació progresista”. Es increíble que recayendo la culpa de los males de la industria en una todopoderosa vicepresidenta del Gobierno de España donde Podemos e IU tienen varias carteras, se les ocurra a Ripa y Vallina cargarle el muerto a un consejero autonómico que carece de competencias, dinero y poder político. Como no se atreven con Teresa Ribera, lanzan dardos sobre Enrique Fernández. En plena carrera por ver qué portavoz decía un disparate mayor, Pumares (Foro) alabó al consejero de Ciencia y propuso que se hiciera cargo de parte de las competencias de Industria. Pues eso, que ponga los rótulos del departamento en bable.
Deberían aprender de los dos principales líderes sindicales de Asturias. Javier Fernández Lanero (UGT) calificó de “cáncer” para la región la presencia de Ribera en el Gobierno, mientras José Manuel Zapico (CCOO) la etiquetó de “ni-ni”: ni genera empleo ni tiene vergüenza. A la oposición de derechas y a la de izquierdas no les interesa desenmascarar a Ribera. Unos prefieren aprovechar la ocasión para erosionar al Principado, a ver si la crisis industrial se convierte en un atajo para llegar al poder, y los otros sufren la esquizofrenia de gobernar en Madrid y oponerse en Asturias.