En la larga serie de déficit, retrasos, carencias y abandonos de las infraestructuras de transporte en Asturias, la palma se la llevan los trenes de cercanías, que como todo el mundo sabe se componen de dos redes, ancho ibérico o Renfe, y ancho métrico o antigua Feve. La anulación masiva de servicios, averías, retrasos, accidentes y otras penalidades forzaron al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna (Gobierno de Rajoy), a anunciar un detallado plan de reforma y mejora que rondaba los 600 millones de euros. Las actuaciones debían iniciarse en 2017 y concluir en 2025. Con la llegada del Gobierno socialista, Barbón y Cofiño viajaron a Madrid para entrevistarse con Ábalos y su equipo. La situación era tan desastrosa que clamaban por un plan de choque. En una reunión entre dirigentes socialistas de dos Administraciones (central y autonómica) no se suelen explicitar los desencuentros, pero los acuerdos fueron imprecisos y sin sello de urgencia.
Si se toma como referencia la programación del plan 2017-2025 la inversión en los tres primeros años estuvo un 34% por debajo de lo anunciado. La demanda de Barbón y Cofiño de comprar locomotoras de segunda mano para utilizarlas en la red de ancho métrico (la más deteriorada) quedó sin atender. Hubo cambios organizativos que tuvieron como consecuencia positiva acabar con la sangría de las cancelaciones de servicios (se perdían los ingresos de los viajes y encima había que contratar autobuses para transportar a los viajeros), pero los avances en las líneas son muy lentos y a día de hoy no se puede decir que los trenes de cercanías en Asturias constituyan una alternativa real para las necesidades de los viajeros.
Las carencias de la red de cercanías de Asturias vienen de muy atrás, como lo prueba la pérdida de 2,6 millones de viajeros entre 2006 y 2011, pero a partir de 2012, con la integración en la red de Renfe, la situación empeoró drásticamente. Hay una causa fundamental en el deterioro: la apuesta de los distintos gobiernos de España del siglo XXI por la alta velocidad. Un país medio, como el nuestro, no puede construir en poco más de veinte años la segunda red de alta velocidad con más kilómetros del mundo (la primera está en China) e invertir también en cercanías. Con el AVE se ganan votos, aunque las cercanías trasportan diez veces más de viajeros. En el caso asturiano hay una segunda razón: no podemos tener la mejor red de autobuses de cercanías de España y aspirar a disfrutar de un servicio ferroviario de primera.