Ante el alarmante avance de la quinta ola el Ministerio de Sanidad propone recuperar el toque de queda y el cierre de los negocios del ocio nocturno. Se trata de volver al escenario que había hace cuarenta días en vista del repunte de casos. En Cataluña se alcanzan los 6.000 contagios diarios y en Asturias hubo 750 en los tres últimos días. En algún municipio asturiano del oriente la incidencia acumulada a siete días llega a los 452 casos. En el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que se reúne hoy, se espera que se aprueben algunas medidas.
En una situación tan preocupante lo más lógico sería que el Gobierno rectificara la decisión tomada el pasado 26 de junio y ordenara el uso obligatorio de la mascarilla en cuanto se abandona el domicilio. Es una medida de precaución elemental que tiene dos efectos: impedir el paso al virus y recordar a la población –especialmente a los jóvenes- que la lucha contra la pandemia aún no ha terminado. Ola tras ola, vuelven los gobiernos a cometer el mismo error: ir a remolque de los acontecimientos. Llegan noticias alarmantes sobre el bajo nivel de protección de alguna vacuna contra la variante delta y el oficialismo gubernamental no se da por aludido.
En una reunión entre la Consejería de Salud y el Ayuntamiento de Llanes se constató que el municipio registra unos datos pandémicos que lo sitúan en el nivel de 4+, una calificación reservada para las situaciones más graves. Lo más sorprendente es que la Consejería de Salud ha comunicado que no se tomará ninguna medida específica, cuando todos recordamos que el nivel 4+ supuso automáticamente el cierre de los municipios en los meses pasados, empezando por Gijón, Oviedo, Avilés, Siero, Mieres, Langreo, Castrillón, San Martín del Rey Aurelio, Cangas de Narcea, Laviana, Gozón o Llanes.
Una cosa es tener fe en las vacunas, como arma que nos permitirá vencer al coronavirus, y otra muy distinta suponer que no hace falta aplicar otras medidas coyunturales en un momento en que se multiplica la transmisión entre los jóvenes. En países con un nivel de vacunación más alto, como es el caso de Israel, experimentan repuntes de contagios y toman nuevas medidas. Aquí parece que la quinta ola no estaba entre las previsiones de la clase política y el argumentario oficial se ha quedado sin respuestas. También cabe que optemos por la estrategia de Boris Johnson de alcanzar la inmunidad de grupo a las bravas, con 25.000 positivos cada día. Bien, pues en ese caso que se diga.