Con la primera reunión del nuevo comité ejecutivo la Fade cierra la transición abierta con la renuncia inesperada de Belarmino Feito a terminar el mandato.
La patronal siguió al pie de la letra el guión dictado por Feito: convocatoria inmediata de elecciones, con María Calvo como única candidata, y elección de la nueva presidenta que estaba avalada por las principales asociaciones, empresas singulares y los vocales del consejo. Absoluta armonía para afrontar el próximo curso.
De la operación relevo en la cúpula de la Fade lo único que quedó en penumbra fue la razón que llevó a Feito a dejar precipitadamente el cargo, que tan intensamente había vivido durante los tres últimos años.
Ante el plenario de la organización dijo que le era imposible compatibilizarlo con la dedicación a su empresa. Un argumento fútil, ya que se enorgullecía de lo bien que le iba a Asturfeito mientras se dedicaba en cuerpo y alma a la Fade.
La patronal estrena equipo directivo en una coyuntura económica singular, al pasar de una histórica caída del PIB al resurgimiento vigoroso de la actividad (en julio se registró en la región el mayor descenso del paro de la serie intermensual).
LA OLA
Llega una gran ola que deben aprovechar las empresas. Una expansión económica marcada por el papel de locomotora económica que juega el sector público. Para entendernos, los fondos europeos no pasan de ser un crédito que solicitan los países miembros de la UE, avalado por los presupuestos de la propia UE.
Como el que pone la “pasta”, manda, la decisión sobre los fondos recae en los gobiernos que elegirán los proyectos a financiar y las actuaciones o reformas administrativas que llevarán a cabo con el dinero europeo.
Situémonos: las empresas van a recibir dinero (en muchos casos a fondo perdido) de las Administraciones públicas para realizar inversiones que redundarán en su beneficio y también, en segunda instancia, en el progreso de la sociedad.
Aunque pueda parecer una disquisición ociosa, la salida de crisis económica originada por la pandemia se realiza bajo el liderazgo de “lo público”, el gran mantra de la izquierda. Sin embargo, la gran recesión de 2008 no fue resuelta con política keynesiana, sino con el ajuste presupuestario y el masivo desempleo que sirvió para poner al salario social en el centro de la escena.
PLAN
En el otoño de 2018, la Fade propuso un programa de gobierno para la región (“22 Acciones Ineludibles para el Progreso de Asturias”). Eran unas medidas acertadas -la gran mayoría no se habían ensayado-, que partía de un análisis realista y riguroso de la situación.
El programa nunca se llevó a cabo, pese a los esfuerzos de la patronal por influir en el Principado, hasta el punto de llegar el presidente de la organización a ejercer de líder de la oposición. Para ocultar el fracaso se cita el cambio de prioridades que originó la pandemia, pero sin la existencia del virus hubiera ocurrido lo mismo. Las relaciones entre las instituciones y los agentes económico-sociales son complejas, pero nunca funcionan invadiendo las competencias del interlocutor.
En su discurso de proclamación como presidenta de la Fade, María Calvo fijó tres líneas estratégicas de trabajo: la revolución digital, los fondos europeos y la empleabilidad. Como la primera es obvia y no requiere de matices y la segunda exige un artículo entero, hablemos de la empleabilidad.
Sí, tiene razón la nueva presidenta al establecer como prioridad la empleabilidad. Se puede decir que es la gran cuestión de los próximos años para el mundo de la empresa, pero se habla poco de ella. En realidad, hasta el presente, sólo la Fade ha mostrado una preocupación real por la falta de adaptación de la formación a las demandas de las empresas.
EMPLEO
Tradicionalmente, al grave problema del paro, que en España adquiere unas dimensiones superlativas y tiene una naturaleza estructural, se le hacía frente con peticiones de planes de empleo a las Administraciones y exigencias de inversión a las empresas. Una descripción simple del problema: hay trabajadores a la espera de que les llamen los empresarios y el sector público.
El planteamiento es falso. El desempleo sólo descenderá actuando sobre la mano de obra. Adaptando sus habilidades a las necesidades de las empresas. La tantas veces citada cualificación de la mano de obra. Antes de ampliarse la Unión Europea al otro lado del Danubio, España era el socio líder en peones.
En los últimos años se insiste en la formación profesional y en la relación entre empresas y universidad, pero la revolución digital ha acelerado el proceso. En la actualidad se desconocen las características de dos tercios de los puestos de trabajo que se crearán en la próxima década. La mayor parte de los trabajadores serán tan improductivos como los peones de antaño.
Un auténtico drama que se puede expresar en estos términos: los empresarios no encontrarán personal que sepa realizar las nuevas tareas y los trabajadores tendrán que recurrir, en masa, a las prestaciones sociales.
Ese enorme problema requiere abordarlo con urgencia, poniendo al mundo de la educación y la empresa en contacto para diseñar currículos y experiencias. Tienen que investigar juntos por dónde transitará el futuro, partiendo de que casi todo lo que se hace ahora será inservible.
No se me ocurre política más progresista que aquella que tienda a resolver el drama descrito.