El Gobierno lleva al Consejo de Ministros el proyecto de ley con las primeras medidas para reformar el sistema de pensiones. En Bruselas lo han dejado claro, los fondos europeos llegarán a nuestro país a cambio de implementar reformas estructurales. Los cambios prioritarios para la Comisión Europea están en la reforma laboral y en las pensiones; sobre la cuestión de las pensiones se da por descontado que el Gobierno dejará sin efecto el llamado «factor de sostenibilidad», que había introducido Rajoy y el Gobierno de Sánchez dejó en vía muerta. Desde el Ejecutivo se habla de incorporar un «mecanismo de equidad intergeneracional». A saber lo que habrá detrás de ese enunciado.
Para nuestra región las pensiones son fundamentales, porque un 30% de los asturianos (300.000) son perceptores de ellas. A escala nacional la cifra rebasa por poco el 20% de la población. A ello hay que añadir que la pensión media de jubilación, la más numerosa (la cobran 181.000 asturianos), es de 1.427 euros al mes, mientras que en el conjunto de España no llega a los 1.200 euros. Conclusión, en nuestra comunidad hay más pensionistas y reciben una cuantía más elevada, así que el peso de las pensiones en la economía regional es muy superior al que tienen en otros territorios. Por no hablar de la influencia de las pensiones en la economía de las familias asturianas, siendo la comunidad con una población activa más baja (número de ciudadanos entre los 16 y 65 años que desean trabajar). ¿Qué va a pasar con nuestras pensiones?
Como suele suceder en las cuestiones espinosas, el Gobierno no enseña las cartas. Así que para avizorar el futuro en esta materia no queda otro remedio que ver lo que pide la Comisión Europea al Gobierno socialista: «Preservar la sostenibilidad de las pensiones a medio y largo plazo apoyando vidas laborales más largas». Traducción: alargar la edad de jubilación. De todas las recetas que se pueden aplicar para hacer sostenible el sistema, la propuesta europea es la más indolora, porque no reduce la cuantía de la pensión a nadie. Al hablar de trabajar a edades avanzadas hay que prescindir del café para todos: los trabajos que exigen esfuerzo físico (construcción, transporte, etc.) deben quedar excluidos. Un albañil, un camionero o un obrero del metal no pueden trabajar ni un día más. Ahora bien, todo el personal que se pasa la jornada sentado ante una mesa, delante de una pantalla, no sufriría una catástrofe si se alargara dos o tres años su vida laboral. Eso también es solidaridad.