La nueva ministra de Transportes, Raquel Sánchez, ha recibido la orden de lanzar el debate sobre el peaje en todas las vías de doble calzada (autovías y autopistas) para ver por dónde respira el personal. Según la ministra, el Gobierno ha llegado al compromiso con Bruselas de convertir toda la red en vías de pago porque es la única manera de poder financiar su mantenimiento. Raquel Sánchez considera que es mucho más justo que la paguen los usuarios a que sea sufragada por impuestos. En España hay 26.466 kilómetros de carreteras, 12.000 de los cuales son de alta capacidad, y únicamente soportan peajes 2.000 kilómetros. El Gobierno quiere obligar a pagar en los 10.000 kilómetros restantes.
Traer a colación a Bruselas para justificar una medida contraria a los intereses populares es un clásico del Gobierno de Pedro Sánchez. La ministra de Hacienda lo hizo múltiples veces y en varias ocasiones quedó claro que usaba a la Comisión Europea (Bruselas) como disculpa. Entiendo que al Ejecutivo de la UE le preocupe el déficit público español, pero no le importa si se reduce haciendo pagar a los automovilistas o prescindiendo de otros gastos. En cualquier caso, el Gobierno tiene argumentos para hacer ver que España posee unas características propias que le penalizan extraordinariamente si se extienden los pagos. Veamos tres razones. En un país que vive del turismo, hacer pagar en todas las autovías constituye un freno a los desplazamientos y, en consecuencia, a los ingresos por turismo. Me refiero tanto a los que vienen del extranjero como al poderoso turismo interior. Segundo, somos el segundo país más extenso de la UE; es muy distinto pagar en Bélgica, Holanda, Austria, Chequia o Malta, que en España. Ir en coche de Asturias a Cádiz o Gerona sería muy oneroso. Tercera razón, en contra de lo que dice el Gobierno, nuestro mantenimiento de autovías y autopistas no es muy caro, porque gran parte de la red se construyó en los últimos treinta años.
La ministra dice que la extensión de los peajes se hará de una forma homogénea en el territorio. Es difícil hablar de homogeneidad, cuando unas regiones tienen muchos más kilómetros de doble calzada que otras. Ahora bien, cuando ya nos deja totalmente intranquilos es cuando añade que no habrá agravios autonómicos. Pero, señora, si usted y su jefe acaban de agraviarnos a los asturianos al conceder bonificaciones extra al peaje de la Autopista del Atlántico, mientras ofrecen una migaja para rebajar el peaje del Huerna ¿Son creíbles sus promesas?