El Principado ha rebajado al mínimo las limitaciones que deben mantener los ciudadanos para evitar la transmisión del virus. Se mantiene una gran cautela con el tabaco: no se puede fumar en terrazas, tampoco en espacios exteriores en los que sea imposible guardar una distancia de dos metros con el personal. El vicio de la nicotina es un aliado de las pandemias. Las normas para los escolares son un tanto eclécticas, al mantener hasta los 12 años la estructura de ‘burbuja’ en las aulas, pero permitiendo interactuar a todo el alumnado del colegio en los patios. Igualmente se acepta que trabajen juntos en un espacio cerrado los escolares de dos clases si llevan mascarilla. En definitiva: un sí, pero no; o no pero sí. Lo más importante en educación es que los profesores ya tienen un curso de experiencia a sus espaldas y sabrán actuar en cualquier contexto. Igual que en la calle hay mucha gente que sigue llevando siempre mascarilla, seguro que en más de un centro se mantendrán los protocolos que dieron buen resultado.
Adrián Barbón declaró que «la pandemia está arrinconada». Muy bien, pues adelante con la actividad política. Abandonen el ritmo lento, dejen de ir al ‘tran-tran’ y alcancen la velocidad de crucero. Hace ya un mes que se inauguró el curso político y de las tres prioridades señaladas por el presidente del Principado -reforma del Estatuto de Autonomía, concertación social, negociación del presupuesto- hemos sabido poco. Es verdad que para reformar el Estatuto el Gobierno presentó un documento con once propuestas y tuvo lugar una ronda de conversaciones con los grupos parlamentarios, pero de la concertación social y del proyecto de presupuestos no hay noticias. Pese a las dificultades parlamentarias en que se mueve el Gobierno de Pedro Sánchez, ya presentó el proyecto de presupuestos del Estado para 2022. Es cierto que para atender a las peticiones echó mano de fondos europeos que todavía no se recibieron, pero eso entra dentro de las habilidades y trucos del presidente. De los presupuestos asturianos poco sabemos. Un día, el consejero de Salud, Pablo Fernández, dijo que la Atención Primaria tendrá «un protagonismo especial» en el presupuesto de 2022. De buenas palabras estamos sobrados.
¿Y qué decir de la concertación social? ¿No iba a ir por delante de la negociación presupuestaria? Gobierno y agentes sociales guardan silencio. Si están todos de acuerdo, ¿cómo es que tardan tanto en mostrar a cuánto se eleva la factura de la paz social?