El Principado va a negociar, simultáneamente, el proyecto de presupuestos para 2022 y las condiciones puestas por Foro para votar a favor de la cooficialidad del bable. Son dos asuntos interrelacionados, porque bajar los impuestos o las ayudas a la natalidad, tal como exige Adrián Pumares, si se convierten en moneda de pago de la cooficialidad deben tener reflejo en el proyecto de presupuestos. La consejera de Hacienda dice que todos saben cuál es su postura sobre el Impuesto de Sucesiones, pero recuerda que queda una negociación por delante. La postura de Ana Cárcaba es la que comparten todos los socialistas: resistencia a bajar los tributos. En el Impuesto de Sucesiones, el rechazo se concreta en no aumentar las bonificaciones en las herencias por encima de los 300.000 euros. En la negativa se juntan dos motivaciones ideológicas: penalizar fiscalmente cualquier renta o aumento de patrimonio que supere un umbral mínimo y contribuir a mantener una Administración pública sobredimensionada aunque asfixie a los contribuyentes. Lo mismo ocurre con la tímida rebaja en el IRPF que propone Foro. De entrada, no.
La consejera portavoz del Principado, Melania Álvarez, afirma que en la negociación la última palabra la tendrá la Federación Socialista Asturiana (FSA). Bien, pero si se le quiere poner rostro y voz a la decisión se puede expresar en términos más concretos: Adrián Barbón. El presidente decidirá cuánto vale, en términos presupuestarios y políticos, la homologación del bable como lengua oficial en la región. Al final, como estamos hablando de un precio, el precio de la cooficialidad, se puede expresar en jerga económica: el umbral de rentabilidad es el punto en que todos los costes de la operación no superan las ventas de la empresa. La cuestión está en calcular bien los costes, económicos y políticos, de rebajar los impuestos, dar 150 euros al mes por cada recién nacido -manteniendo la subvención hasta que cumpla 18 años- financiar un plan demográfico y retomar el proyecto de plan de vías que había sido aprobado por el Ayuntamiento de Gijón en el anterior mandato.
La FSA está dispuesta a regatear, la mejor prueba de ello es que opta por establecer una mesa de negociación con cuatro partidos: PSOE, Podemos, IU y Foro. Un escenario ideal de tres contra uno. Si los de Foro se pliegan, seguro que habrá reparto de papeles: la FSA hará de ‘poli bueno’, mientras Ripa y Vallina se lanzarán a la yugular de los foristas. Esta región no tiene remedio.