El relato de la amabilidad no ha bastado para que la dirección de Foro apruebe la cooficialidad del bable. Sabedores de que tienen la acción de oro, quieren frutos terrenales: rebajas fiscales en IRPF y Sucesiones, apoyo a la natalidad con 1.800 euros al año por retoño, y el plan de vías para Gijón, con el formato antiguo, el aprobado por todos los partidos políticos y las tres Administraciones (Estado, Principado y Ayuntamiento) en 2019.
La primera consideración es elemental: solo la izquierda quiere la oficialidad. Cualquier otro apoyo es interesado. La mayoría de la dirección de Foro, como la mayoría de la sociedad, está al margen de esta operación de élites políticas para hacer oficial una lengua sin un sustrato mínimo de hablantes.
En Foro nunca hubo dudas sobre esta cuestión y la oficialidad no apareció en los programas electorales. Solo recientemente, con la inclusión de algún nacionalista radical en la dirección, empezaron las cavilaciones. El resto de las cesiones hay que achacarlo a la fuerza gravitatoria del PSOE sobre un partido que solo tiene un diputado.
Aun así, cuando hubo que fijar posición parlamentaria, la dirección de Foro entendió que el Gobierno le pedía un favor y le puso precio. Si fuera un partido proclive a la cooficialidad solo habría puesto condiciones relacionadas con ella, nada de rebajas fiscales y planes de vías.
Impuestos
La izquierda, partidaria del bilingüismo en clave de monólogo (uno habla y los otros hacen como que entienden), está dispuesta a hacer concesiones sobre asuntos en los que nunca hizo cesiones. En las primeras reacciones a la propuesta de Pumares, Podemos se resignaba a aceptar las bajadas de impuestos con tal de lograr la ansiada oficialidad del bable. El propio PSOE valora la posibilidad de que la clase media pueda heredar sin penalizaciones. Lo nunca visto.
PSOE, Podemos e IU son acérrimos partidarios de la oficialidad, por eso van a aceptar propuestas de la derecha para lograrla. Al otro lado de la mesa, la visión pragmática: voto a favor si me dan lo que pido.
Se acabó el mito de la reforma estatutaria transversal. El consenso queda reducido a los grupos de izquierda. Nada que ver con el método seguido para aprobar el Estatuto de Autonomía y la Constitución. Si no existe mayoría cualificada, se habla con el más débil y le damos aire.
Ninguna aprobación o reforma de Estatuto de Autonomía se hizo por un método tan espurio.
A los negociadores de la izquierda les toca despiezar las exigencias de Foro, porque no son todas iguales. Hay propuestas que son plausibles en la medida que son reversibles.
La mayoría cualificada de tres quintos de la Cámara para aprobar la ley de normalización se puede y debe aceptar. No le gustará a los colectivos asturianistas, pero no existen argumentos serios para negarse.
Natalidad
Rebajar los tipos del IRPF y subir la bonificación del Impuesto de Sucesiones no es un plato de gusto para partidos que llevan toda la vida predicando lo contrario. Ahora bien, hoy se bajan y mañana se suben.
Aprobada la reforma estatutaria, la izquierda queda con las manos libres. La ley de la normalización se aprueba negociando con la derecha, como dio a entender Barbón en el debate sobre el estado de la región. Si la izquierda gana la batalla de la cooficialidad, el consenso sobre la ley de uso podrá servir para descartar las visiones más radicales.
El ambicioso plan de ayudas a la natalidad, con 1.800 euros al año para cada recién nacido, extendiéndose la ayuda hasta los 18 años, supondrá una consignación presupuestaria de 9 millones de euros el primer año, partiendo de la cifra de 5.000 nacimientos al año. El segundo año la cobertura será de 18 millones y el tercero, de 27. Al llegar la primera generación subvencionada a los 18 años, el Principado estaría gastando 172 millones en ayudas a la natalidad cada año.
Eso no lo van a financiar en el Principado ni hartos de vino, expresión recurrente de un expresidente asturiano. Solución: se aplica el plan hasta las elecciones y luego se clausura el programa por falta de recursos o porque Foro se quedó sin diputados y no hace falta dar explicaciones.
Ahora bien, hay un asunto que no es susceptible de aprobar con truco: el plan de vías de Gijón. Ejecutar el convenio del año 2019 no exige dinero extra. El problema es político.
Plan de vías
El cambio de plan, trasladando la estación intermodal a Moreda, fue un empeño de la alcaldesa, Ana González, para borrar la huella de Foro en el proyecto. El Principado respaldó la propuesta por puro alineamiento ideológico, aunque el plan gijonés siempre le importó una higa. Son demasiados años encogiéndose de hombros como para no darnos cuenta. Al Gobierno central le da igual, pero le parece bien el tres en raya socialista.
Volver al proyecto de la alcaldesa Carmen Moriyón sería una bofetada para los socialistas de consecuencias impredecibles. Por eso ya levantó la voz Adrián Barbón para decir que eso depende de tres administraciones… Sí, justo, las tres que lo aprobaron.
El plan de vías será la piedra de toque de la negociación. Como no se dejan las cosas al albur, imagino que funcionará el teléfono rojo entre Presidencia y la cúpula de Foro para que no haya gijoneses en la mesa de negociación. Mejor dejarlo todo en manos del parlamentario, los asesores y el experto en comunicación, no vaya a ser que haya que optar entre mover la estación o quedarnos sin clases de bable.