El diputado Palacios se queja de la falta de información en el seno de Podemos sobre el proceso de negociación de la reforma estatutaria. No debe extrañarle, ya que la ausencia de transparencia está generalizada. En Asturias las negociaciones políticas son secretas. No hace falta que versen sobre un asunto delicado para que se ponga el tapete por encima y se oculte la mercancía. Hasta en algo tan inocente como la concertación social no se informa puntualmente de lo que se discute y acuerda. No digamos si la cuestión tiene tanto eros como la oficialidad del bable, donde los actores del drama se sienten molestos si se informa, simplemente, de que se reunieron. El ocultismo de la clase política asturiana daña la calidad de nuestras instituciones. Es una cuestión que tiene más trascendencia de la que parece a simple vista, porque el exceso de opacidad lleva aparejado el fingimiento.

Palacios, en este caso, no realiza una crítica desinteresada. Su denuncia está mediatizada por la situación en que se encuentra el partido morado, en vísperas de abrirse el proceso de primarias. Daniel Ripa, secretario general y portavoz parlamentario, se presenta a la reelección, mientras que Palacios forma parte de la candidatura alternativa. El combate es sin cuartel. A Ripa siempre lo tuvo en el punto de mira el mundo de Galapagar, porque se negó a sumarse al silencio de los corderos y levantó la voz para denostar el nuevo modelo de vida que estrenaba Pablo Iglesias con la compra del famoso casoplón. Cualquier político que tenga medios económicos suficientes es muy libre de hacerse con una residencia así o más lujosa aún, menos aquellos que hicieron discurso político y exhibieron músculo ideológico de la querencia al barrio, la casa de siempre, la ropa del hiper, el sueldo por debajo de los 2.000 euros. El escándalo brota cuándo se compara el discurso y la realidad. Ripa se portó como un paisano y la propia organización asturiana tendría que habérselo agradecido, pero la mayoría de la gente ya había iniciado un camino hacia la servidumbre.

Cuando Pablo Iglesias protagonizó su retirada estratégica, yo pensaba que la llegada de Ione Belarra a la secretaría general podría servir para restañar las heridas con Asturias, pero no fue así. El aparato siempre es insaciable. En cuanto a la información sobre la negociación, Ripa convocó al Consejo Ciudadano (máximo órgano de dirección). Claro que para enterarse hay que acudir a esas reuniones.