La oposición preguntó al presidente del Gobierno por asuntos de rigurosa actualidad: la licitación fallida de la ampliación del Hospital de Cabueñes y el mantenimiento de las carreteras regionales. Adrián Barbón volvió a decir que «es un desastre y punto» el desenlace del concurso de las obras del hospital gijonés. Ante el temor de que el aumento de los precios de las materias primas afecte a otros concursos, el presidente dijo que ordenó paralizar los procedimientos, volver a calcular el coste de las actuaciones y, luego, retomar la licitación. A lo mejor es necesario recurrir a un método tan extraordinario para evitar males mayores, pero no cabe duda de que la revisión de las licitaciones supone un retraso añadido en la tramitación de los expedientes, cuando ya de por sí los procedimientos administrativos avanzan con una lentitud desesperante en el Principado. En cualquier caso, mejor tarde que mal. Lo que resulta llamativo es que del «desastre» de Cabueñes no aflore ningún culpable. La licitación no quedó desierta por una catástrofe natural, sino por una actuación negligente. La oposición gijonesa lo había advertido y el presidente de la patronal de la construcción, también. No pido que haya dimisiones, aunque sería lo adecuado, sino que el responsable, o los responsables, de turno repitan la fórmula utilizada en aquel lío de Bostwana: «Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir».

Sobre el mantenimiento de las infraestructuras, Adrián Barbón señaló que había «una pérdida clara de recursos para las carreteras que trata de corregir el actual Gobierno». Para explicar el mal estado señaló que el presidente Fernández había dado prioridad «a la apertura de dos hospitales nuevos». Qué difícil es culpar a Javier Fernández por algo de lo que hizo, cuando merece todos los reproches por lo que dejó de hacer. Fueron siete años perdidos para Asturias; un tiempo en el que nuestros males eran imputados a Angela Merkel. Eso sí, se pagaban las nóminas de los funcionarios. El HUCA y el Hospital Álvarez-Buylla fueron construidos por Álvarez Areces. El primero se empezó a levantar siete años antes de ser investido Fernández como presidente. El segundo, cuatro años y medio antes de que comenzara a gobernar.

En la sanidad, lo más relevante de lo sucedido durante sus mandatos fue una dilatada huelga, azuzada por el fuego amigo, que disparó las listas de espera. El mantenimiento de las carreteras solo será suficiente cuando se equipare al gasto social.