Pablo González (PP) afirma que los presupuestos del Principado «no son los que necesita Asturias para avanzar en la recuperación». Una frase igual o muy parecida la usa todos los años el grupo que lidera la oposición para criticar el proyecto de cuentas. El portavoz considera que los parámetros sobre el que se sujetan los presupuestos son falsos, citando el «ficticio» crecimiento del PIB (4,7%). Es probable que cuando se empezó a trabajar sobre el borrador de las cuentas la cifra avanzada fuera plausible, pero en estos momentos, dado el jarro de agua fría que lanzó la Comisión Europea sobre incremento del PIB de España, resulta un vaticinio un tanto optimista.
El diputado del PP señaló que el proyecto de presupuestos «no ataja ningún problema estructural», citando como ejemplo, «el elevado coste de la Administración». En efecto, el coste de la Administración, lo que pagamos los asturianos todos los meses para mantenerla a flote, es una desmesura. El principal destino de nuestros impuestos es pagar las nóminas de los funcionarios y ocurre, luego, que no hay dinero para arreglar baches y prevenir argayos. Tomando todas las categorías laborales de la Administración, el coste de la hora de trabajo es de 30 euros, de media. Un contraste con lo que sucede en el sector privado: en la industria la hora sale a 24,4 euros, en la construcción a 21,5 y en los servicios a 22,2. Para justificar esa diferencia, un altísimo dirigente de la izquierda me dijo que «es que son nuestros funcionarios». Mientras no disminuya la factura de la Administración, reduciendo su tamaño, no habrá suficiente dinero para atender necesidades básicas.
Es acertada la crítica de Pablo González, pero el PP también es culpable de la actual situación, porque votó a favor de la jornada de 35 horas semanales, con lo que ello supuso: 105 millones más al año. No hay un solo partido en la Junta General del Principado que se comprometa con soluciones concretas.
Calificó de engaño el anuncio de congelar impuestos «cuando el presupuesto aumenta la presión fiscal en 53 millones». El error al que está apuntada toda la clase política asturiana. Vamos a ver, se pueden congelar los tipos impositivos y que aumente la presión fiscal, porque ésta no pasa de ser un cociente que relaciona la recaudación global en un territorio con respecto al PIB. Si, por ejemplo, trabaja más gente, aumenta la presión fiscal. Una petición a Pablo González: diga qué haría con los tipos impositivos y la factura de la Administración.