Cuando faltan tres días para empezar el 33 Congreso de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Adrián Barbón comentó las dos principales cuestiones que conforma la actualidad regional: la pandemia y los presupuestos del Principado. El presidente llamó a «profundizar en las medidas de protección», como el uso de las mascarillas y la ventilación en los espacios cerrados en función de los medidores de CO2. Es exactamente eso lo que hay que hacer, pero es una pena que hayamos tenido que llegar a un ritmo de quinientos contagios diarios para comprender que las vacunas son esenciales e irremplazables, pero no suficientes. Hay que recurrir a profilaxis para contener el avance del virus. A finales de junio, cuando Pedro Sánchez relativizó el uso de las mascarillas, ya comprobamos cómo en un mes se levantó la quinta ola. Es una desdicha que saquemos conclusiones tardías de tanta evidencia. ¿Por qué hubo que esperar casi dos años para exigir los medidores de CO2? Todo indica que tendremos una entrada de invierno complicada, con la nueva variante ómicron comiendo terreno a la británica delta. Si hace un mes hubiéramos actuado con contundencia sería más sencillo reconducir la situación, pero ahora estamos en una fase de transmisión comunitaria intensa y llevará tiempo volver a un nivel de riesgo medio. No digo riesgo bajo, porque en el presente parece una utopía.
El presidente lamentó que a dieciocho meses de las elecciones haya «más tactismo que visión estratégica de Asturias» en la negociación de los presupuestos. Propuso «pensar menos en nosotros y más en Asturias». La dificultad para pactar las cuentas regionales es la misma que tienen las alcaldesas de Gijón y Avilés para acordar las suyas. El consenso de cinco partidos sobre el presupuesto, habido el pasado año, fue fruto de una coyuntura muy concreta: mil muertos en el mes de noviembre, la hostelería y el comercio a punto de quebrar, el grueso de los trabajadores acogidos a Ertes y sin vacunas. No había margen para la discrepancia.
Ahora el panorama es distinto, pero es cierto que se puede llegar a ententes. A escala regional tenemos una experiencia limitada. La única alianza natural es la que alcanzan todos los años PSOE e IU. El resto de acuerdos fueron debidos a circunstancias inusuales o se basaron en la debilidad de los socios del Gobierno. Es precisa una cultura de pacto que conlleve la inexistencia de líneas rojas y la convicción de que las dos partes tienen que hacer cesiones de proporciones parecidas.