Los vecinos del ancho Suroccidente asturiano viajaron hasta Oviedo para protestar contra el estado en que se encuentran las carreteras, cortadas por argayos, cuarteadas por las inclemencias meteorológicas. Hartos de esperar por las soluciones, realizaron la primera demostración de fuerza y unidad en la capital, al lado de las consejerías del Ejecutivo regional y de la Delegación del Gobierno en Asturias, desplazándose luego hasta la Junta General del Principado, donde solicitaron, sin éxito, hablar con Adrián Barbón. El alcalde de Salas, Sergio Hidalgo, factótum de la movilización, agradeció la respuesta de los vecinos. La alcaldesa de Ibias, Gemma Álvarez, lanzó una carga de profundidad, «no existen los partidos políticos», y acentuó su discurso reivindicativo con una acertada metáfora: «no podemos dejar que nos rompan una pierna y agradecer que nos den una muleta». La vicealcaldesa de Cangas de Narcea, Laura Álvarez, abordó la marginación del territorio, «los vecinos no somos culpables de vivir a cien kilómetros del centro de Asturias».
El Suroccidente ha dado un paso de gigante con la movilización. Ha logrado entrar en la agenda política del Principado. No se pueden diseñar políticas contra el vaciamiento de las alas de la región y dar la espalda a los habitantes de ese territorio. Carece de sentido hacer planes fantasiosos sobre la ubicación de equipamientos del Estado en la zona rural y permitir la degradación de las vías de comunicación. El Principado, como otros gobiernos autonómicos, va a tener que hacer inversiones en zonas de escasa densidad de población, de tal forma que electoralmente tal vez no sean rentables, pero desde una perspectiva política y ética, resultan obligadas. Gobernar una nación o una región implica luchar contra los desequilibrios territoriales. En todos los discursos estuvo latente una misma impronta: no aceptan ser asturianos de segunda.
La manifestación del Suroccidente sucede unos días después de la queja colectiva de los ganaderos por las mismas calles de la capital. Muchos de ellos procedentes de las alas de la región, no en vano una buena parte de las mejores explotaciones ganaderas están en el Occidente. Son dos caras de la misma moneda: la degradación de las infraestructuras de transporte se suma a las pérdidas económicas de los ganaderos. A todo ello tendrán que atender el Gobierno de España y el Principado, porque la lucha contra el despoblamiento pasa por resolver ambos problemas, mucho más que por ingeniosas ofertas posmodernas.