La Conferencia de Presidentes se celebró en una situación crítica, el día en que se batía el récord de contagios en un día. En vísperas de la reunión, varios líderes autonómicos solicitaron medidas restrictivas a Pedro Sánchez. En ese clima tuvo lugar el encuentro. El resultado de la Conferencia fue claramente insatisfactorio. El presidente del Gobierno se dedicó hablar de las vacunas, de la necesidad de acelerar la inoculación de la tercera dosis, poniendo el énfasis en las distintas consecuencias que provoca el virus cuando infecta a una persona sin vacunar o vacunada. Es verdad. No cabe discusión. Ya lo sabemos todos.

Los que no se dan por enterados son negacionistas declarados o camuflados. Por fortuna en España hay muy pocos. Ahora bien, los números cantan. Con el 80% de la población vacunada, con doble pauta, en España y con el 86% vacunado en Asturias, hay el triple de contagios que en diciembre de 2020. Las vacunas son excelentes e indispensables, pero hace falta tomar otras medidas para frenar la escalada de contagios. Conformarse con que la actual variante, ómicron, es menos severa que las anteriores es hacer una valoración errónea, porque la ola de infectados conllevará una mayor presión hospitalaria y cuando esta se produce crecen los fallecimientos. Más allá de cuestiones organizativas, la única medida directa que anunció el presidente fue el uso obligatorio de mascarillas en la calle. Seguir con las vacunas y mascarillas en exteriores. El presidente de la Generalitat solicitó la extensión del toque de queda para todo el país. Urkullu, cierres anticipados de la hostelería y reducción de aforos. Feijoó suspensión de las cabalgatas de Reyes y de los cotillones de fin de año. Hubo más peticiones: una ley de pandemias y seguridad jurídica para las decisiones de las comunidades autónomas.

Los contactos estrechos de los infectados, si están vacunados, no guardarán cuarentena. Por lo que todos vemos a diario con esa medida permisiva continuarán aumentado los contagios. Una reunión frustrante que muestra cómo el Gobierno sigue atado a su doctrina de que la vacuna se basta por sí sola para acabar con la pandemia. Esa opción nos lleva a convivir con el virus, ola tras ola, ya que los vacunados transmiten y padecen la enfermedad. Boris Johnson es el precursor de la estrategia de vacunar y dejar que siga la diversión, con un balance desolador: 100.000 infectados en el Reino Unido al día. No escarmentamos en cabeza ajena. Felices Fiestas.