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Juan Neira

LARGO DE CAFE

NUEVA LÍNEA, MADRID-CAMPOMANES

El AVE de Asturias terminará en Campomanes. El Ministerio de Transportes ha comunicado a la Comisión Europea que no tiene previsto hacer obras para prolongar la línea de alta velocidad hasta Oviedo y Gijón. Era una actuación que contaba con la cofinanciación de la UE, que se hacía cargo del 20% del presupuesto siempre y cuando finalizara en 2030. El dinero se pierde, pero no es lo más grave.

En diciembre nos enteramos de que la variante de Pajares no se inaugurará hasta 2023, en el mejor de los casos, y en enero sabemos que la teórica línea Madrid-Gijón termina en Campomanes. A las tardanzas estamos acostumbrados, a renunciar a sesenta y cinco kilómetros de trazado no. La previsión de realizar el viaje en poco más de dos horas y media se esfuma. Hay que aceptar que tendremos una línea mixta de alta velocidad hasta nuestra región y convoy convencional por el interior para llegar, finalmente, a Gijón. La línea tenía dos objetivos principales: comunicar el área central de la comunidad autónoma, donde viven la mayoría de los asturianos, con Madrid en el tiempo más breve que permiten los trenes AVE y transportar bienes industriales en alta velocidad. Ninguna de las dos metas se logra. La negligencia de los distintos gobiernos de Zapatero, Rajoy y Sánchez hace que la alta velocidad tenga en Asturias un recorrido simbólico, ya que se acaba al llegar Campomanes.

Siempre se dijo que el AVE tiene sentido uniendo grandes masas de población (Tokio-Osaka, París-Lyon, Madrid-Sevilla), menos en este caso donde el trazado une Madrid con ninguna parte. Espero que el Ministerio de Transportes ponga en el mapa de sus líneas de alta velocidad el nuevo trazado, Madrid-Campomanes, para recelo de turistas y vergüenza de políticos. En los planes de infraestructuras de la Unión Europea destaca en primer lugar el intento por completar una red mallada de alta velocidad en la que estaba el tramo Lena-Gijón. De esa red se cae Asturias.

Los túneles de la variante de Pajares estaban calados en 2009. Trece años más tarde siguen sin entrar en servicio. Debido a ello el Gobierno dice a Bruselas que no prevé prolongar la alta velocidad para 2030. Renuncia a la cofinanciación europea (no menos de 400 millones de euros). El dinero que se ahorra en el Cantábrico se invertirá, probablemente, en el corredor del Mediterráneo. Como en materia de infraestructuras somos los últimos de la nación, nos convertimos desde ahora en candidatos al anacronismo de alcanzar la segunda mitad del siglo XXI sin AVE.

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por JUAN NEIRA

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