Acto solemne en la Junta General del Principado para celebrar los 40 años de aprobación del Estatuto de Autonomía. Participaron los tres primeros presidentes (De Silva, Vigil, Trevín) y Adrián Barbón, junto a los máximos representantes de todas las entidades de dimensión regional. Una celebración que muestra el alto sentido institucional de la vida pública asturiana, una condición obligada para el buen funcionamiento de cualquier país. Sin instituciones serias y respetadas no hay democracia.
Los cuatro presidentes hablaron del Estatuto y las cuatro décadas de etapa autonómica desde distintos prismas. Adrián Barbón eligió la gobernanza, que desde las primeras palabras concretó en la cogobernanza, un sistema que considera inherente al Estado de las Autonomías. La larga secuencia de la pandemia le sirvió para poner ejemplos, destacar aciertos y lamentar errores de la cogobernanza.
El desarrollo de su exposición le llevó a reflexionar sobre el modelo autonómico. Y dijo lo inesperado: «La evolución del Estado autonómico no pasa por incrementar los listados competenciales hasta desnudar al poder central». Si ese simple enunciado lo asumieran todos los presidentes que están en ejercicio, incluyendo a Pedro Sánchez, una gran mayoría de españoles dormirían más tranquilos. Un Estado deshilachado no podrá ser garante del cumplimiento de las leyes, ni de la solidaridad entre comunidades ni de la integridad misma del territorio nacional. Una de las afirmaciones más felices de Adrián Barbón desde que tomó posesión.
En los dos minutos finales del discurso se refirió a la reforma del Estatuto de Autonomía que impulsa para «mejorar el autogobierno». Al menos, hasta ahora, la reforma que negocian ‘los cuatro’ (las tres izquierdas más Foro) no va por ahí, sino que tiene un carácter meramente instrumental para hacer oficial el trilingüismo.