La Universidad de Oviedo va a aprobar muchas cosas en los próximos días: plan de infraestructuras, reordenación de titulaciones, relación de puestos de trabajo, plan plurianual de investigación, estructura organizativa, etcétera. El mandato de Ignacio Villaverde, como rector, y el de Adrián Barbón, como presidente del Principado, coinciden especialmente en un punto: hacer bandera de la ciencia y la investigación. Tanto es así que en la ceremonia inaugural del presente curso académico los discursos del consejero de Ciencia e Innovación y el del rector fueron intercambiables. Lo que leyó cada uno valía para el otro. La sintonía entre el Principado y el alma mater es importante, entre otras razones porque la mayor parte de la financiación le llega a la Universidad por esa vía. Ahora bien, es muy tentador hablar de ciencia e investigación, pero muy difícil ofrecer resultados tangibles a corto plazo. Se va a aprobar un Plan Plurianual de Investigación, dotado con dos millones de euros. Un aspecto clave en el plan reside en la «captación y retención de talento». Este asunto lleva años de moda en todas las universidades. A estas alturas el talento es un término polisémico porque los equipos de fútbol también se proponen captar talento. Hasta la fecha nuestra Universidad fracasó en el intento. Por cierto, también el Principado, en anteriores mandatos, tenía programas de captación de talento con resultado negativo. La Universidad va a contar con más dinero para ese objetivo (un millón de euros). Dentro del enunciado general se destinan 150.000 euros para mejorar salarios y atraer investigadores de excelencia. Es difícil retener talento en una región donde la fuga de mano de obra tiene características de desbandada.
Más allá de los discursos oficiales, en Asturias se destinan pocos recursos a la investigación. Dedicamos el 0,82% del PIB, mientras la media del conjunto de las comunidades autónomas anda por el 1,25%. En la Unión Europea, la cifra se eleva al 2,1%.
En una comunidad autónoma, como la nuestra, centrada especialmente en el gasto corriente, la inversión en productos que no sean de consumo queda siempre relegada. Sin embargo, en número de investigadores y calidad de publicaciones estamos en el grupo de cabeza. Cruzando ambas realidades se deduce que hay más esfuerzo personal y capacidad profesional que apoyo oficial. Veremos si ese plan para dos años cambia la tendencia, aunque los precedentes no son positivos. Hace falta dinero y también liderazgo.