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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ARECES Y LO QUE VINO DESPUÉS

Los profesionales que concentran las críticas de la sociedad son los futbolistas y políticos. Tienen ambos la mala suerte de dedicarse a algo que todo el mundo considera que entiende. El aficionado hace mejores alineaciones que el entrenador y regatea con más habilidad que el jugador. El ciudadano cree que el Gobierno lo hace todo mal y la oposición sólo quiere auparse al poder.

Es muy difícil, por no decir imposible, hacer cambiar a la gente de opinión sobre políticos y futbolistas. Sin embargo, si se introducen elementos objetivos cabe distinguir por número de goles, pases, asistencias, recuperaciones de balón, etc. Los datos demuestran que solo Messi es Messi y que casi nadie vale tanto como Modric. Hagamos lo mismo con los políticos: en vez de goles, hechos.

Todo esto viene a cuento de la celebración de los 40 años de la aprobación del Estatuto de Autonomía y del tercer aniversario de la muerte del senador Areces. Dos fechas propicias para volver la vista atrás, comparar y ponderar.

Tras cuatro décadas de política autonómica los líderes más valorados, oficialmente, no son, precisamente, los que hicieron más cosas. En algún caso parece que la inactividad es fuente de aprecio. Tiene su lógica, el que no mueve un dedo no se equivoca.

Areces estuvo tres mandatos de alcalde de Gijón y, a continuación, otros tres de presidente del Principado. Un cuarto de siglo. Una experiencia que ninguno otro líder asturiano acumuló, basada en seis triunfos consecutivos en las urnas, a los que siguieron otras tres victorias en el Senado.

Silenciar

Aunque siempre tuvo el favor de los electores fue blanco de fuertes críticas, sin contar, en la mayoría de las ocasiones, con la protección de su partido. Es más, las situaciones más difíciles que afrontó provinieron del ataque combinado de la oposición parlamentaria y del aparato socialista. Los odios políticos y los intereses creados son insaciables y por eso hay un relato oficial de nuestra etapa autonómica que, sorprendentemente, silencia la figura de Areces para esculpir con talla de estadista a los que se limitaron a hilvanar anécdotas o se conformaron con pagar el sueldo a los funcionarios.

En el Principado, de las tres autovías autonómicas, Areces construyó las dos primeras y parte de la tercera. Hizo dos hospitales (HUCA y Mieres) y la mayoría de los equipamientos culturales: el Archivo Histórico Provincial (cárcel de Oviedo), amplió el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico, construyó el Museo Jurásico, el Centro Internacional Óscar Niemeyer, llevó a cabo el proyecto de Laboral Ciudad de la Cultura. Cuando llegó la crisis de 2008, aprobó el ‘Plan A’, con más dinero que los actuales planes de rescate. O el plan propio del Principado para las comarcas mineras, con 160 millones. Dejo a un lado el salario social, la estación de autobuses de Oviedo, etc. Por cierto, en los presupuestos autonómicos la inversión llegó a superar los 1.000 millones de euros.

HUCA

El Gobierno central quería reformar el Hospital Central. Dentro del Gobierno de José María Aznar, Francisco Álvarez-Cascos encabezaba esa postura en contra de la opinión del Principado.

En medio de la crisis provocada por la Ley de Cajas, Areces forzó la situación y se lanzó a construir el Huca. En una comida con tres periodistas, dijo, «aunque me lo pongan difícil no me van a impedir construirlo». Si hubiera estado de presidente cualquier otro líder político seguiríamos con el viejo Hospital Central. El HUCA y las autovías son los principales logros de nuestra etapa autonómica.

Y ahora llega la gran cuestión. ¿Qué hizo el Principado en los once años transcurridos desde que Areces dejó la Presidencia?

Si dejamos a un lado discursos y fotos, el vacío se abre ante nosotros. Solo el Plan Autonómico de Carreteras, 2000-2010, supuso más inversión, empleo y riqueza que todo lo que se hizo después.

Lo más grave es que la opinión pública asturiana se ha acostumbrado al teatro de gobiernos y oposiciones y la inanidad de sus actuaciones. Se han sustituido los movimientos de tierra por debates tensos en clave de retórica ideológica. Un erial.

Gijón

Vamos con Gijón. Tras tres mandatos, Areces se marchó dejando tres barrios nuevos construidos: El Llano, Moreda, Montevil; dos playas ganadas (Poniente y Arbeyal), así como la promoción del Parque Científico Tecnológico, la ampliación del campus universitario, el Palacio de Deportes, la remodelación del paseo de El Muro, la reforma del teatro Jovellanos, el paseo de Begoña, el puerto deportivo, la novedad de la Semana Negra, el parque de la Providencia o el paseo de Fomento. Y evitó la deslocalización de Suzuki, subió a la grúa para parar la guerrilla de los astilleros y salvó al Sporting del descenso definitivo.

Luego vinieron tres alcaldesas. Las tres dignas, trabajadoras, austeras, accesibles y prudentes. Pero este artículo va de hechos.

El Botánico ya estaba ahí, así que tengo que anotar el Acuario y el horrible edificio de la talasoterapia como balance de 23 años de gestión pública. ¡Cielos!, me olvidaba del Casino. No cito el ‘cascayu’ porque es provisional. Para que nadie se confunda, en ese largo periodo hubo 13 años de crecimiento económico.

El relato oficial trata de ocultar la figura de Areces porque fue un ‘outsider’ en una región cuarteada por clanes partidarios, familiares, financieros, sindicales y mediáticos. Por ser un intruso ante el conglomerado del poder.

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por JUAN NEIRA

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