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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UNA HISTORIA DESGRACIADA

Si no se producen sorpresas la reforma del Estatuto de Autonomía quedará para mejor ocasión. Los tres partidos de la izquierda no accedieron a las exigencias fiscales de Foro y el grupo se dispersó. El asunto empezó de la peor manera y en ningún momento enderezó el rumbo. El argumento para echar a rodar la pelota fue el compromiso electoral del PSOE con la cooficialidad del bable, aprobada en el XXXII Congreso de la FSA en septiembre de 2017.

Convertir en dogma de fe cualquier asunto aprobado en una reunión congresual es irreal. Ningún gobierno sigue a ojos cerrados los mandatos que emanan de los congresos de su partido. Los del PSOE tampoco: desde Felipe González a Pedro Sánchez y desde Pedro de Silva a Adrián Barbón. En el XXXII Congreso de la FSA había 400 medidas «para la mejor Asturias». ¿Alguien imagina que esas 400 medidas se llevaron a la práctica? Sin embargo, seguro que el Gobierno de Adrián Barbón tomó muchas decisiones que no estaban en el programa. Hizo bien.

Leo la primera línea de la primera medida: «Abordaremos los problemas estructurales del mercado laboral asturiano». Esos problemas no han cambiado; estaban ya con Javier Fernández, Cascos, Areces, etc. A escala estatal, lo mismo; la precariedad era una lacra con Rajoy o Zapatero y lo es con Sánchez.

Consenso

En el caso que nos ocupa lo primero que había que plantearse es si se daban las condiciones políticas y sociales para aplicar una norma que resultaba controvertida en el Parlamento y en la sociedad.

La oficialidad del bable (asturiano, llingua, etc.) implica reformar el Estatuto de Autonomía, la ley que hizo de Asturias una comunidad autónoma. Para entrar en esas honduras se debe cumplir el requisito de mantener el consenso que permitió aprobarlo en 1981.

No se tuvo en cuenta. Como los grupos de derechas dijeron que no querían la cooficialidad del bable quedaron apartados de la reforma tras una breve conversación. No se puede alabar el consenso alcanzado por los padres del Estatuto (‘Comisión de los Ocho’) y actuar en sentido contrario.

Foro

Se empezó a trabajar, como si fuese un asunto ideológico, sobre el acuerdo de las tres izquierdas (PSOE, Podemos, IU). Solo necesitaban un escaño para lograr el objetivo. La cuestión estaba en encontrar al diputado 27.

La única opción estaba en Adrián Pumares, el diputado de Foro. Creyente (no sé si practicante) del bilingüismo, portavoz de un grupo parlamentario formado por sí mismo, y miembro de un partido en reconversión: del hiperliderazgo de Cascos a la foto grupal; de la derecha al centro; de gente que se siente incondicionalmente española a incorporar apóstoles del asturianismo radical. Así empezaron los malos entendidos entre la triple izquierda y el teórico diputado 27. En todo el proceso se subestimaron las posibilidades de Foro. Como Pumares estaba por la labor, ya no hacía falta nada más.

Es curioso que para sancionar la cooficialidad el PSOE tenía que cumplir el programa electoral, pero a Foro le pedían contradecir su programa: «actualmente no existe consenso social necesario que aconseje la reforma de nuestro Estatuto de Autonomía para incluir en su artículo 4 la oficialidad». Para la mayoría parlamentaria, coser y cantar.

En diciembre, hablando con el principal dirigente de uno de los tres partidos coaligados, me dijo, «la oficialidad va a salir con seguridad». No recuerdo otro asunto de la política asturiana en que la mayoría parlamentaria haya confundido tanto deseo con realidad. Que la cuestión era delicada lo demuestra el hecho que desde la Academia de la Llingua, buenos conocedores de la materia, lanzaron el mensaje de la oficialidad amable, instando a seguir el modelo de Galicia.

Por desgracia, la experiencia seguida en las seis comunidades bilingües es conflictiva. Voy a decirlo en términos positivos: en Asturias hay más libertad, más integración social, menos tensiones en la educación y más igualdad de oportunidades que en cualquier de esos seis territorios duales.

Artificio

La operación fue producto de unas élites políticas desconectadas de la calle que se negaron en redondo a organizar un referéndum para evitar que la voluntad de los ciudadanos les impidiera legalizar el artificio.

De aplicarse en Asturias el régimen de las tres lenguas (castellano, bable, eonaviego) se daría la circunstancia especial de que sería el territorio donde habría mayor diferencia entre el porcentaje de los castellanoparlantes y los hablantes en lenguas propias.

Para resolver la tensión entre la militancia clásica de Foro y los oportunistas infiltrados del nacionalismo, la dirección del partido acordó pedir una serie de medidas a cambio de votar la oficialidad. Para facilitar las cosas, Pumares declaró que no se trataba de líneas rojas. De hecho, solo planteó en la negociación las rebajas fiscales.

PSOE, Podemos e IU le acusaron de no querer reformar el Estatuto, sino hablar de fiscalidad. Es cierto, las rebajas fiscales no entran en los textos estatuarios, pero ellos son los menos indicados para hacer esa objeción. El Gobierno de Pedro Sánchez, integrado por los tres partidos, negocia con socios de toda ralea en términos heterogéneos: suelto o acerco presos si me apruebas una ley o permites la aprobación de los presupuestos. Los campeones del trueque culpan a Foro de hacer trucos. Saquemos enseñanzas.

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por JUAN NEIRA

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