El plan de titulaciones de la Universidad de Oviedo está confeccionado sin atender a las presiones de los poderes fácticos y sin aceptar el peso de las tradiciones. El rector, Ignacio Villaverde, ha seguido el criterio que se había formado cruzando todo tipo de datos. Lo anterior no quiere decir que haya acertado ni mucho menos que los cambios decididos no sean polémicos. Sacar la Escuela de Ingenieros de Minas de Oviedo y ubicarla en Mieres es algo que nadie se había atrevido a proponer. Desde que Villa (SOMA) y Hevia (CC OO) presentaron la propuesta del campus de Barredo al rector Julio Rodríguez el futuro del centro ovetense quedó en entredicho. Un antecesor del rector Villaverde me dijo un día que «la Escuela de Minas no la lleva a Mieres ni la Guardia Civil».

Quizás haya llegado el momento porque el plan del rector cuenta con el absoluto respaldo del Principado. Si una prioridad tiene el Gobierno socialista, en lo tocante a la Universidad, es llenar de contenido al campus de Mieres que tiene espacio, laboratorios, grados o profesores. Todo menos alumnos. Imagino que Villaverde y su equipo habrán valorado que la Escuela de Ingenieros de Minas está en el centro de Oviedo, fue durante decenios el destino deseado por la mesocracia ovetense para sus hijos y deja en el mapa de titulaciones de la ciudad un hueco psicológico imposible de cubrir. Por último, es una Escuela con anemia (solo 106 estudiantes) y si se deslocaliza quizás siga la suerte de los pozos mineros. Ahora falta por ver si el Ayuntamiento de Oviedo dará al rector el mismo trato que el Ayuntamiento de Gijón dio al entonces rector López-Cuesta cuando se llevó los estudios de Filosofía y Ciencias de la Educación de Gijón a Oviedo.

Todo ello contrasta con la amable aceptación del Ayuntamiento de Gijón del resultado de la lotería de títulos: Deportes era cosa de Foro, Arte fue una ocurrencia pasajera y la Ingeniería en Energías Renovables se reivindica en privado, pero se asume el rechazo en público sin decir ni mu. Hay que reconocer al rector Villaverde la valentía (¿temeridad?) de diseñar el plan de titulaciones sin tener en cuenta a los alcaldes. Que no es poco.