La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, visitó Asturias. La política territorial es un asunto muy complicado donde cristalizan las correlaciones de fuerza entre las distintas comunidades autónomas y la vinculación que tiene con ellas el Gobierno. Le precedió en el encargo Miquel Iceta. En la crisis de Gobierno que se llevó por delante a ministros de peso, como Carmen Calvo o José Luis Ábalos, Iceta fue desplazado a la cartera de Cultura y Deportes. En la toma de posesión de Isabel Rodríguez, Iceta mostró su amargura por dejar de gestionar la política territorial. Mucha emotividad, pero cero en gestión. De las responsabilidades que recaen sobre la nueva ministra se puede afirmar a estas alturas que es la mejor portavoz de los gobiernos de Sánchez. Isabel Celaá era lenta y plana y a María Jesús Montero le sobraban bulerías y le faltaba conocimiento sobre las materias. Todas las semanas dejaba huella en las hemerotecas. La primicia que más me gustó fue la del 5 de marzo de 2021: «Es como el agua y la sal que no pueden mezclarse». Con Isabel Rodríguez la comunicación del Gobierno ganó en eficacia y solvencia. Es un trabajo muy expuesto en que los fallos provocan eco y, sin embargo, la ministra sale de las ruedas de prensa sin rasguños.

Recordó que Asturias, como el resto de regiones, puede presentar espacios y edificios para albergar sedes estatales. Habrá una competencia entre regiones por la reubicación de las sedes institucionales. También hizo mención al maná de los fondos Next Generation, que superan en cuantía a todos los fondos recibidos de Europa desde que entramos en la Comunidad Económica Europea (así se llamaba la UE en 1986). Una montaña de dinero.

De cara al futuro inmediato adelantó que la cogobernanza tendrá un papel fundamental. La Conferencia de Presidentes en La Palma, dentro de unos días, es un ejemplo. Isabel Rodríguez fue más allá y se atrevió a vaticinar que el Gobierno «agotará la legislatura». Por su cargo está informada al minuto y desde Asturias vivió un momento histórico para el PSOE, al ver cómo su principal rival implosionaba fruto de la guerra atómica entre la dirección del partido y Díaz Ayuso. En efecto, Sánchez puede agotar la legislatura, convocar elecciones mañana o cuando le dé la gana, porque el PP ha optado por la autodestrucción. La labor de Fraga, de crear una derecha democrática desde los escombros del franquismo, salta por los aires porque Casado no soporta el éxito de Isabel Díaz Ayuso.