El mercado, con sus automatismos, funciona más rápido que la Administración. Los precios continúan la senda alcista, fruto del desfase entre la demanda y la oferta. La causa no está en la guerra de Ucrania, ya que la inflación se inició hace un año, pero la invasión rusa ha aumentado las incertidumbres y los precios crecen por fenómenos especulativos, entre ellos la tendencia a acaparar todo aquello que mañana va a faltar o, simplemente, sea más caro.
Hay sectores de actividad (industria, campo, transporte) que tenían dificultades por el crecimiento de los costes energéticos y ahora con la fuerte subida del gas y el petróleo la producción resulta ruinosa. No es que hayan perdido competitividad es que se convierten en máquinas de perder dinero. El Gobierno no hizo nada en el pasado. La industria es un buen ejemplo. Todas las decisiones importantes fueron muy negativas para las grandes industrias asturianas. Teresa Ribera, ministra de pensamiento único, no le importó dejar al acero, zinc, aluminio o cemento sin el paraguas del que gozan en Francia o Alemania. Cuando las chimeneas se apagan ella tiene un problema menos. Ahora con el precio de la electricidad ligado al precio del gas, las plantas industriales hibernan. Ella está para hacer la transición justa, no para garantizar la viabilidad de las fábricas del siglo XX. Está dispuesta a indemnizar con fondos, no a mantener en pie lo que hay. En manos del Gobierno está aliviar el drama. Puede perfectamente quitar carga fiscal a la generación de electricidad. O elevar hasta donde permite la ley las compensaciones por el CO2. También puede dejar de encarecer el consumo eléctrico con los peajes, como las primas a las renovables. Cualquier cosa menos quedar de brazos cruzados.
¿Y el campo? Los ganaderos estaban vendiendo la leche a precios de hace veinte años, perdiendo dinero. Ahora, con la subida de coste de la energía, de los piensos, de la reparación de las máquinas o de los fertilizantes no pueden seguir así ni un día más. El próximo domingo en Madrid lo van a decir alto y claro.
¿Qué opinar del transporte de mercancías? El gasóleo casi duplicó el precio y cada vez que los camioneros salen a la carretera vuelven con menos dinero del que salieron. El transporte tiene en sus manos un arma muy poderosa porque las huelgas provocan desabastecimiento. Sin electricidad y sin transporte volvemos a la Edad Media. Este Gobierno está muy preparado para criticar a Feijóo, pero no tanto para resolver los problemas de España.