Ha comenzado el 33 Congreso de la Federación Socialista Asturiana (FSA). Iba a celebrarse el pasado mes de diciembre, pero el secretario general, Adrián Barbón, dio positivo en un test de antígenos, siendo posteriormente hospitalizado. La reunión quedó pospuesta y se celebra ahora con las mismas tesis, pero en unas circunstancias ciertamente distintas: guerra en Europa, crisis energética, huelga de transportes y un nuevo PP en la oposición. Si exceptuamos a la pandemia, que antes y ahora sigue dando titulares (los números hablan de un repunte sostenido de los contagios, aunque nadie se atreve a ponerle nombre a la gráfica ascendente), lo cierto es que los dos protagonistas del invierno son Putin y Casado, algo inimaginable en el pasado mes de diciembre.

La mejor frase del discurso de Barbón fue: «Somos la estabilidad en medio de tanta inestabilidad». Me gusta porque es cierta. Estamos inmersos en una secuencia de cambios vertiginosos y en la política asturiana el único elemento fijo es la FSA. Hemos visto abandonar la vida política a candidatos autonómicos y portavoces parlamentarios. Hay partidos en crisis y otros que reciben oxígeno para mantenerse en pie. Unos dejaron la política, otros la van a dejar y hay unos terceros que están oteando el horizonte, mientras repiten eso de ir «partido a partido». Todo es provisional menos la FSA. No recuerdo ninguna época en la organización socialista, desde los tiempos en que ‘Suso’ Sanjurjo era secretario general, que fuese tan estable. En los primeros años de liderazgo interno de Javier Fernández también hubo calma y estabilidad, pero el virus del ‘villismo’ y los roces de la bicefalia no permiten homologar ese periodo con el actual. Cuando Javier Fernández fue investido como presidente del Principado (mayo de 2012) se daban las condiciones para superar los desajustes, pero pronto pronunció Adriana Lastra un discurso crítico en el Comité Autonómico que, con la perspectiva que dan los años, puede verse como el germen del ‘sanchismo’. En la actualidad, la FSA es una organización unida, sin facciones ni antagonismos.

Imagino que Adrián Barbón, Gimena Llamedo o Iván Fernández estarán satisfechos, pero la política no se detiene. Los problemas de Asturias son los problemas de la FSA, porque lleva más de 35 gobernando. No lo pueden olvidar. Todos ellos estaban ya presentes al principio del mandato y aún siguen pendientes de solución. Ninguno es fácil, pero cuando se presentaron a las elecciones ya lo sabían.