La derrota del aparato en los dos primeros congresos locales de la Federación Socialista Asturiana (FSA) era algo que no estaba en el guion. Hace quince días, en el congreso regional, la dirección de la FSA lograba un 97% de los votos y el pasado fin de semana se impusieron en Gijón y Llanes los candidatos alternativos. Ante la sorpresa, la respuesta oficial fue la esperada, quitar importancia, transmitir la sensación de que todo está bajo control: «No es ni una pulmonía ni una gripe ni un constipado» ¿Qué es entonces? «Un pellizco». Según el aparato, los casos de Gijón y Llanes «son especiales, una excepción. Tienen una clara lectura local».
Gijón siempre es especial por ser la agrupación socialista más grande de Asturias. Iván Fernández Ardura se presentaba a la reelección y contaba con todos los parabienes de la jefatura regional y municipal. En frente estaba Monchu García, exconcejal y lugarteniente, en su día, de José María Pérez, el dirigente que se midió con Barbón en las Primarias que llevaron a este último a convertirse en líder del socialismo asturiano. No era una pugna entre dos ‘sanchistas’. Por eso la derrota escuece. Seguro que influyó en el resultado el discreto (gris) papel jugado por Ardura. No recuerdo ningún secretario general de los socialistas en Gijón con un protagonismo público tan bajo. No obstante, creo que tuvieron una mayor influencia determinadas decisiones municipales, sobre todo urbanísticas, que han sido muy contestadas en la villa. Máxime, cuando la mayoría proceden de IU, no del PSOE.
Gobernar contra una mayoría social no es nada agradecido. Las bases del partido no son ningún cuerpo extraño, forman parte de esa sociedad que se revuelve contra el modelo de urbanismo municipal de ordeno y mando. La ciudad como a mí me gusta. Hay que saber escuchar y rectificar. También en la derrota del oficialismo hay claves regionales. Cuando van tres años de mandato el balance es manifiestamente mejorable.
La victoria de Trevín estaba cantada. Es el único político del oriente. La transformación de Llanes desde 1987 (cuando ganó la Alcaldía) hasta principios del siglo XXI es espectacular. Hay unos pocos políticos que hicieron algo semejante en su ciudad (Areces, De Lorenzo). Es cierto que tiene un potente sector de detractores y hasta una leyenda negra, pero los afiliados del PSOE saben que es el mejor candidato posible para recuperar la Alcaldía. La FSA debe ampliar el formato para integrar todo lo que desborda el marco del ‘sanchismo’.