La política francesa siempre tuvo una especial influencia en la democracia española, desde el desayuno de Giscard d’Estaing con Juan Carlos de Borbón, previo a la ceremonia de coronación. El momento de mayor paralelismo se dio a principios de la década de los años ochenta, cuando François Mitterrand ganó la Presidencia de la República francesa abriendo la puerta al impresionante triunfo de Felipe González (202 escaños) en las elecciones generales de 1982. Empezaba para Francia y España el periodo más largo de liderazgo en democracia: ningún presidente de la República francesa estuvo tanto tiempo en el poder y ningún presidente de Gobierno en España habitó la Moncloa por un periodo tan prolongado.
Aunque es evidente que en las elecciones presidenciales hay un mayor protagonismo personal que en los comicios legislativos, los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, celebradas el 3 de abril, mantienen interesantes semejanzas con los sondeos electorales de los últimos días en España (excluyo los datos que aporta el CIS de Félix Tezanos al estar elaborados con la finalidad de orientar el voto hacia el PSOE).
En las urnas del país vecino hubo tres candidatos con un porcentaje de voto muy por encima del resto: Emmanuel Macron, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon. Los dos primeros de derechas, moderada y radical, y el tercero de la izquierda radical.
En las encuestas en España aparecen tres partidos destacados (PP, PSOE, Vox). De los tres, el que lograría menos escaños, Vox, casi triplica los resultados del cuarto partido (Unidas Podemos). Como algún analista ha denominado empieza la época del ‘tripartidismo’.
Al igual que en Francia, de las tres opciones, dos son de centro-derecha, lo que quiere decir que hay un sector de la sociedad que ha girado poniendo fin al empate entre los dos bloques ideológicos. En los últimos años la izquierda y la derecha se mantenían en torno al 43% de los sufragios.
En ese escenario, marcado por el equilibrio de fuerzas, decidían los nacionalistas. El PNV sentenció a Rajoy en la misma semana que había pactado con él unos presupuestos muy ventajosos para el País Vasco. La mayoría ‘Frankenstein’ pasará a ser una minoría.
Los nacionalistas tienen capacidad de veto sobre cualquier tema de la política española desde que el PP de Rajoy dejó de gobernar con mayoría absoluta (diciembre 2015). Tras más de seis años de poder vicario las encuestas anticipan que el futuro Gobierno de España podrá trabajar sin esa hipoteca.
En Francia la figura que recibe más apoyos es Macron. En los sondeos españoles el triunfador es Núñez Feijóo. Antes de ponerse al frente del partido el PP iba por detrás del PSOE. En las últimas semanas supera a los socialistas y ha detenido la escalada de Vox. Macron y Feijóo son dos exponentes de la derecha moderada.
La mayor diferencia entre las urnas francesas y las encuestas españolas está en la izquierda. En Francia la izquierda tradicional (PS y PCF) ha quedado laminada. Entre los dos partidos juntos alcanzan el 4% de los sufragios. Los socialistas no llegan al 2%, mientras la Francia Insumisa de Mélenchon logra el 22%.
Todas las candidaturas de izquierda juntas (comunistas, socialistas, verdes, anticapitalistas, etc.) sacan un poco más del 30%. En Francia, por primera vez desde la constitución de la Quinta República, se ha roto el eje izquierda-derecha. Quiero decir que los antagonismos y las alianzas se configurarán sobre otras referencias.
Nada de eso sucede en la izquierda española. El PSOE sigue siendo hegemónico en ese espacio ideológico. La izquierda radical, Unidas Podemos, continúa la tendencia decadente. La diferencia entre PP y PSOE, en los sondeos, es muy pequeña y puede invertirse el orden.
Aunque es muy aventurado predecir el futuro, el escenario francés parece más evolucionado que el español al ver ahondado en las nuevas tendencias electorales del sector obrero clásico que se orienta hacia la derecha radical, al ser los grandes perdedores de las últimas crisis económicas. En Francia la derecha radical tiene tantos votos como todas las expresiones de la izquierda juntas.
El avance de la derecha en los sondeos tiene mucho que ver con la zozobra que produce la inflación en la mayoría de la sociedad. Feijóo acierta cuando pide rebajas fiscales para compensar las alzas de precios que sólo benefician a Hacienda.
La izquierda ha empezado a llevar el debate a las alianzas. Dicho en términos concretos, el cuestionamiento de Vox. Hasta el momento, Feijóo evita las fotos con la derecha radical, por eso no va a estar en la investidura de Mañueco. La huida tiene un recorrido corto.
Para evitar definirse sobre Vox, el presidente del PP propuso a Pedro Sánchez un pacto singular: será investido presidente el candidato del partido más votado, rechazando cualquier alianza con radicales y nacionalistas.
Eso solo es plausible cambiando la Constitución. No es factible neutralizar en la investidura a un centenar de diputados. Si los excluidos tienen capacidad de participar en una mayoría parlamentaria de investidura presionarán hasta lograrlo.
Feijóo puede formar un gobierno a la sombra gracias a la subida de Vox. No se puede hacer política ocultando este hecho. Tarde o temprano tendrá que despejar las dudas. En este asunto la postura de Ayuso es mucho más sólida.