El Gobierno anula la obligación de llevar mascarillas en espacios interiores. En los dos últimos años epidemiólogos y virólogos advirtieron de que la mayoría de los contagios se producían en ese ámbito. ¿Qué ha cambiado para que no sea ahora necesario cubrirse la boca y la nariz en sitios cerrados? ¿El virus se bate en retirada? ¿El nivel de contagios es mínimo? ¿Hay nuevas armas para luchar contra el virus? La respuesta a todos los interrogantes es ‘no’. Lo único que ha cambiado es el criterio del Gobierno y de los responsables autonómicos, que han decidido alterar las reglas de juego. El índice de incidencia acumulada que antes se calificaba de riesgo «muy alto» ahora no conlleva poner la mascarilla. Los datos están ahí: la incidencia acumulada a 14 días por 100.000 habitantes, entre mayores de sesenta años, es en Asturias de 978 contagios. Hasta el otro día se consideraba muy grave si superaba los 250 casos. Los gobiernos se han puesto de acuerdo en desfigurar la realidad y con todo el aparato propagandístico vencen las resistencias de la población.

Las declaraciones de la ministra Carolina Darías, máxima responsable del embrollo, no tienen desperdicio: «La covid sigue entre nosotros, pero evoluciona de una manera positiva y los indicadores marcan un nivel bajo en general; seguimos avanzando desde la prudencia, pero desde la progresividad». Es difícil decir más inexactitudes -por apelar al eufemismo- en menos palabras. Dice que el nivel es bajo y su propio ministerio informó de que hubo 75.000 casos los últimos días, más de la mitad en población de riesgo. Afirma que evoluciona de manera positiva y en la última semana creció en más de 70 puntos y la incidencia acumulada supera los 500 puntos en mayores de sesenta años. Dice que van a seguir avanzado desde la prudencia, pero también «desde la progresividad». ¿Qué entenderá esta señora por progresividad? ¿Es progresivo quitar la mascarilla y retrógrado usarla?

Asturias es la comunidad autónoma que registra peores indicadores en el momento en que bares y aulas se llenarán de gente desembozada. Tenemos el doble de contagios en mayores de sesenta años que la media española. El Principado tenía suficiente fuerza moral para pedir un trato diferencial a la ministra con el objeto de ‘salvar vidas’ (en la última semana hubo 28 muertos). La directora general de Salud del Principado, Lidia Rodríguez, sólo se atrevió a decir sobre la mascarilla: «no significa que no sea recomendable». Como siempre, más papistas que el Papa.