Con la pérdida de 7.293 habitantes en 2021 la población de Asturias se queda al borde del millón de habitantes. A lo largo de este mismo año quedaremos por debajo, algo que no sucedía desde 1962.
El declive demográfico se reconoce, pero lo que importa es la política que se aplica. La primera aproximación al asunto tuvo lugar con el Plan Demográfico 2017-2027.
Con esa iniciativa se trataba de fabricar una solución. En realidad se repetía la forma de operar con los acuerdos de concertación social: se ponen unas cifras superlativas de inversión y al fotógrafo de notario.
El Plan contenía 2.200 millones de euros. Es decir, 220 millones de inversión anuales. ¿Dónde estaba ese dinero? En ningún sitio. Se cogen distintas partidas de los presupuestos y se las pone bajo el rótulo de Plan Demográfico.
Al cumplirse la mitad del periodo de vigencia del plan Asturias tiene 30.000 habitantes menos. Nada más que decir.
En la presente legislatura se siguió otro rumbo, al aprobarse ayudas para fijar población en las alas de la región. Estímulos para la zona rural (bonificación para el transporte de los estudiantes, subvenciones para remodelar viviendas, etcétera). Cantidades muy pequeñas para fines concretos. Hasta la fecha, intranscendentes.
Junto a ello, llegó la primera medida bien enfocada, el chequé bebé para familias no sobradas de recursos. Mil euros por cada recién nacido. La idea es buena y va en dirección contraria a lo que predican otros grupos de izquierda y los sindicatos, que remedian la despoblación abriendo guarderías.
La debilidad del cheque bebé está en la consignación presupuestaria: 3,5 millones de euros. Con una cantidad tan pequeña no se puede invertir ninguna curva demográfica. La solución queda reducida a simulacro.
La cifra transmite una sensación negativa del compromiso del Gobierno con el mayor problema de Asturias. En el anterior mandato se aparentaba que se invertía; en este se invierte, pero poco.
Antes de seguir voy a detenerme un momento en el tratamiento a la zona rural como forma de acabar con el declive demográfico regional.
Un dato. De los concejos de Asturias, en la mitad que está más despoblada (39) viven actualmente 83.500 asturianos. En la otra mitad (39) vivimos algo más de 920.000. ¿Cómo se va a detener el despoblamiento trabajando solo con un territorio donde vive el 8% de los habitantes? Una cosa es ayudar a la zona rural y otra atacar el declive demográfico de Asturias.
Sigamos. Hay dos causas que provocan la decadencia. La más importante es la caída de la tasa de natalidad. Para acercarnos al problema digamos que no es un mal de Asturias ni de España: la caída de la natalidad es una tendencia mundial.
Hasta hace poco era un objetivo progresista. En un mundo de 7.400 millones de habitantes, con una huella ecológica brutal, reducir los nacimientos es apostar porque haya recursos (alimentos, agua, energía, sanidad) para todos y menos conflictos bélicos.
El programa de control de natalidad más famoso fue el de China, parejas de hijo único. Duró hasta 2016. En 2018 ya aceptaban dos hijos y desde hace unos meses el Comité Central del PC chino anima a las parejas a tener tres hijos. ¿Qué pasó?
Al margen de la política, la sociedad optó por tener cada vez menos hijos. La tasa de natalidad cae en picado en China. Cada año hay menos nacimientos que el anterior.
En España, el pasado año se registró el número más bajo de nacimientos desde el año 1941, cuando empezó la estadística.
Los motivos son múltiples, pero no cabe duda de que el más importante es la emancipación de la mujer. Por cierto, de la caída de la natalidad, como realidad global, solo oí hablar a Gaspar Llamazares entre los políticos asturianos.
En los países avanzados, con la excepción de Japón, crece la población. Caen los nacimientos, pero aumenta la población, porque se prolonga la vida más años y, sobre todo, porque reciben inmigrantes. España se inscribe en esa tendencia. Cuando se incrementan los habitantes, de forma sostenida, hay margen de décadas para recomponer la pirámide poblacional.
En Asturias no es así. Cae la natalidad y perdemos población. Llevan años sonando las alarmas.
Nos movemos entre dos fatalismos, los que dan por inamovibles las predicciones demográficas sin saber que en pocas materias son más endebles (hace veinte años la ONU decía que España en el año 2050 tendría 30 millones de habitantes; hoy, INE y AIReF creen que aumentará la población), y los que piensan que la tasa de natalidad es cosa de papás y mamás, sin influencia de los poderes públicos.
Los agentes responden a los estímulos. Y en demografía, más. Es preciso dotar el programa del cheque bebé con fondos de verdad. El mayor problema de Asturias no se resuelve con tres o con diez millones de euros.
A ello hay que añadir un programa socioeducativo fuerte, que aprovechando colegios y comedores escolares ofrezca desayuno, comida y merienda a los niños durante las etapas de Infantil y Primaria, junto a la actividades extraescolares. Centros abiertos doce horas, con actividades y comidas, para que los padres puedan trabajar o estudiar sin cargas. Los fines de semana, también. Con solo 2.500 euros de Zapatero, en el año 2008 hubo un pico de 8.420 nacimientos en Asturias. Desde los años ochenta no se registraba una cifra igual. Hay que hacer política, señores del Gobierno.
Otro día hablaremos de la segunda causa del declive, la escasa inmigración que recibe Asturias.