El pasado verano los centros de salud colapsaron. Si a lo largo del año la demanda de atención sanitaria supera a la oferta, al añadirse las vacaciones de los profesionales la situación se volvió ingobernable. Para evitar que ocurra lo mismo la Consejería de Salud elabora un plan de refuerzo de los recursos humanos. Lógico. Lo curioso es que ese plan no contempla la incorporación de médicos. El Principado no tiene capacidad de contratarlos: apenas hay excedente en el mercado nacional y no es fácil traerlos del extranjero. La solución pasa por incorporar a otro tipo de profesionales que puedan aliviar la tarea de los médicos; dispondrían así de más tiempo para centrarse en la atención clínica. Va a haber más personal, como matronas, psicólogos, fisioterapeutas, auxiliares administrativos y asistentes sociales. Se supone que los psicólogos lograrán que los pacientes no tengan que solicitar los servicios de psiquiatría (se ahorraría también en gasto de farmacia) y los asistentes sociales evitarán que la problemática social de algunos pacientes recaiga sobre el médico de familia.
Todo eso está muy bien, pero la gente quiere consultar con el médico. Cuando a alguien le sale un bulto o adelgaza sin causa, necesita que lo reciba un médico. Lo mismo sucede cuando, sin aparente explicación, sube la fiebre o empieza a ver mal. La casuística es amplia y el único profesional preparado en el mundo para procesar esa información y dar una respuesta precisa es el médico. En el caso de España, los facultativos de la sanidad pública tienen una sólida formación tras hacer la carrera, superar la prueba de acceso al MIR, formarse como especialistas y ganar una plaza por oposición. No menos de once o doce años de esfuerzo. La figura del médico no es reemplazable ni existe, siquiera, un sucedáneo.
La propuesta de la Consejería de Salud para el verano parece surgida del pragmatismo más ramplón: a falta de pan, buenas son las tortas. El problema de fondo permanece intacto; no lo ataca el plan del Principado. Hace muchos años ya se sabía que iba a haber escasez de médicos y no se tomó ninguna medida para paliarla. Con el paso del tiempo las jubilaciones exceden con mucho a la llegada de nuevos médicos a la red sanitaria. Este año, 33 facultativos terminarán la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria; en 2023, lo harán 42. En 2022 se jubilan 73 y en 2023 lo harán 87. Con una población cada vez más envejecida la diferencia entre los que llegan y los que se van es una bomba.