El Plan Estratégico de la Universidad de Oviedo ha sido aprobado en el Consejo Social con el voto en contra del PP y la abstención de los empresarios. Para cerrar el expediente solo hace falta el visto bueno del Gobierno regional. No hubo sorpresas. La probabilidad de que hubiera una revuelta en el Consejo Social era mínima tras haber sido aprobado el plan en un claustro extraordinario. En otros países, con otro modelo universitario, el Consejo Social puede asumir esa responsabilidad; aquí, no. La cuestión que tensó el debate del plan fue el traslado de la Escuela de Ingeniería de Minas a Mieres. Un asunto en el que la mayoría del profesorado se inhibió, dejando al Ayuntamiento de Oviedo como referencia crítica. Ignacio Villaverde siguió la misma táctica que le llevó a ganar el rectorado: visitar o hablar por teléfono con todo el mundo, para sellar los apoyos. Asumió la tarea. Desde el Ayuntamiento de la capital orientaron la presión hacia el Consejo Social, sin darse cuenta que para entonces estaba ya perdida la batalla.
Se cumple un objetivo estratégico del Principado; no hace falta decir que tiene una especial sensibilidad con las comarcas mineras. Desde que Villa logró fondos para construir el campus, la FSA y el SOMA soñaban con ese traslado. El escenario cambió mucho desde entonces, porque las minas se clausuraron y los estudiantes menguaron, pero la escuela es un símbolo. El campus de Mieres seguirá teniendo los mismos problemas y la Escuela de Ingeniería de Minas completará la mudanza desmoralizada. El trago es duro, como en todos los desahucios.
En la Universidad los asuntos importantes deben hacerse por consenso. No es como en la política, que un diputado se equivoca al votar y cambia el mercado laboral. El rector sacó adelante su proyecto sin apenas dificultades, pero contradicciones de la vida, ninguno de los tres campus está satisfecho.