El proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para 2021, los primeros del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, se presentó en Asturias con gran trompetería. Éramos una de las regiones más beneficiadas. La inversión subía a 365,6 millones, una cifra nada especial comparada con las inversiones de la primera década del siglo, aunque suponía un cambio de tendencia con respecto a los anteriores ejercicios. Todo muy positivo, a tono con un Gobierno que demostró desde el primer día una gran sensibilidad hacia los territorios marginados. Con esa envoltura argumentativa se anunciaba el principio de las vacas gordas para Asturias. Finalizado 2021, y revisadas las cuentas por la Intervención del Estado, se comprueba que sólo se ejecutó el 41% de las inversiones presupuestadas. La segunda comunidad autónoma con un cumplimiento más laxo de los compromisos presupuestados, por delante de Cataluña, donde solo se realizó el 36% de lo aprobado. Una vez más se comprueba que una cosa es aprobar las cuentas y otra muy distinta ejecutarlas. En el proyecto estaba, por ejemplo, el desdoblamiento del tramo, Lloreda-Veriña, una actuación que se había planteado, años atrás, como el primer paso de los accesos a El Musel, pero como en ocasiones anteriores el dinero se fue para otro sitio por culpa de imponderables. En la presentación triunfal de las inversiones ocupó un lugar privilegiado la renovación integral de la red de cercanías ferroviarias, con más de 101 millones, que a la hora de la verdad se quedaron en 26,3 millones: ni renovación integral del trazado ni compra de material móvil.
En un rápido repaso dejo para el final la variante de Pajares, ese proyecto estelar que los socialistas esperan estrenar tras cinco años al frente del Gobierno, aunque Ábalos manejaba otro calendario. No extraña la tardanza porque en 2021 se iban a invertir 63 millones y la Intervención del Estado sólo encontró 12,2. El Gobierno no renunció a ninguna de las actuaciones. Todo está en marcha, pero la mayoría de los compromisos tuvieron que aplazarse, forzosamente, un año. Y así, ejercicio tras ejercicio, hay infraestructuras que llevan veinte años de retraso. Esta es la dieta a la que nos han acostumbrados los gobiernos del PSOE y del PP.
Se deben relativizar los proyectos de cuentas y tratar con el máximo rigor la ejecución presupuestaria. En el Congreso de los Diputados tendría que haber un debate sobre lo realizado que tuviera el valor de examen para el Gobierno. Examen y nota.