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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA IDEOLOGÍA DEL TERRITORIO

Bastó que media docena de ciudadanos presentaran en el Monasterio de Cornellana el proyecto de candidatura electoral SOS Occidente para que los principales dirigentes socialistas mostrasen acuse de recibo.

Adriana Lastra aseguró que era una «marca blanca de la derecha», emplazando al PP a analizar por qué surgió y cómo puede afectar en las próximas elecciones. Adrián Barbón señaló que había nacido como alternativa a la ausencia de una oposición efectiva al Partido Socialista. Marcos Líndez habló de los peligros del cantonalismo.

Si, por ejemplo, un grupo de ciudadanos de Mieres, Siero y Avilés se reuniesen para anunciar una candidatura electoral exigiendo mejores servicios públicos y comunicaciones, sería impensable que Lastra, Barbón y Líndez se dieran por aludidos. ¿Qué tiene de especial SOS Occidente?

Es la primera vez que se forma una candidatura en defensa de una comarca en Asturias. No es una comarca cualquiera. Se trata de la más desfavorecida en términos de empleo, comunicaciones, densidad de población, escasez de actividad industrial y de servicios. Parafraseando a Ciro Alegría, en Asturias el occidente es ancho y ajeno.

Contexto

El contexto permite realizar el ensayo electoral. La experiencia exitosa de Teruel Existe, continuada con las candidaturas Por Ávila, Soria ¡Ya! y Unión del Pueblo Leonés, anima a un grupo de vecinos del occidente asturiano a entrar en la competición electoral.

El reclamo de las nuevas agrupaciones de electores es la defensa del territorio, un impulso emocional que choca con los discursos racionales de los partidos tradicionales que son intercambiables con los de otras comunidades.

Cuando se habla de marginación, como lo hacen los impulsores de SOS Occidente, es importante recordar que en las democracias las inversiones siguen a la población. Donde hay más gente aumenta la asignación de recursos públicos, mientras que a los sitios con menor población les llega menos dinero.

Sobre esa base se aprueban iniciativas solidarias, en búsqueda de la cohesión interna de los territorios, pero la correlación entre la inversión pública y la población se mantiene. La regla de las mayorías da el poder.

Para contrarrestar esta tendencia general, se enarbola desde lo pequeño la bandera del territorio. Lo decía de manera muy expresiva, Marcos Verano, portavoz de SOS, «la ideología es el territorio». Se trata de defender la propia casa.

Este camino lo iniciaron los nacionalistas en el minuto uno de la transición; en la actualidad lo siguen partidos regionalistas o fuerzas provinciales en Aragón, Cantabria, Canarias o Castilla y León. Asturias estrena el modelo en clave comarcal.

Novedad

Desde un análisis argumental, la novedad está en que la despoblación se convierte en exigencia de gasto e inversión. Hasta el presente las grandes concentraciones urbanas obtenían más financiación para la sanidad, la educación o las infraestructuras.

Ahora se da un giro de 180 grados: el déficit de habitantes es fuente de mayores ingresos. En Santiago de Compostela, ocho presidentes autonómicos avalaron con su firma este planteamiento: la despoblación como palanca de financiación.

La competencia electoral con candidaturas que plantean el agravio territorial es muy incómoda para los partidos convencionales, ya que en el fondo las nuevas agrupaciones de electores surgen por el escaso o nulo papel que juegan los diputados autonómicos de los grandes partidos.

Desde Teruel Existe hasta SOS Occidente, lo que buscan las agrupaciones de electores es contar con diputados que velen por la circunscripción que fueron elegidos. No aspiran a gobernar, se conforman con estar bien representados.

La teorización sobre las alas de la región, un diseño nacido al inicio de la etapa autonómica, quedó reducido, en la práctica, a una prima electoral para los partidos mayoritarios que se repartieron los seis diputados del occidente y los cinco del oriente, salvo excepciones, como el escaño ganado por Foro en 2011 o el alcanzado por Podemos en 2015.

Fracaso

El cantonalismo en España, y su réplica a escala regional, son la consecuencia del fracaso del sistema de representación, donde las decisiones se toman por las direcciones de los partidos, mientras los diputados recitan el argumentario y muestran en la Cámara voto de obediencia.

El pasado mes de diciembre tuvieron lugar en Oviedo dos grandes movilizaciones, la de la gente del campo con tractores colapsando el centro de la capital y la de los vecinos del suroccidente protestando por el estado de las infraestructuras. Las movilizaciones hicieron de catalizador electoral.

Debería el Gobierno asturiano objetivar la problemática del occidente. Los argayos, y las penalidades que traen consigo, mellan la moral de los vecinos y proyectan una imagen desoladora. El cierre de minas, centrales térmicas y fábricas transformadoras exigen medidas compensatorias de algún tipo.

Ahora bien, en sanidad puede haber desajustes puntuales, pero un hospital comarcal como el de Cangas de Narcea para 24.000 personas no lo hay en toda España. Escuelas abiertas para cuatro alumnos, tampoco. Los diputados del occidente deberían encabezar reivindicaciones y compensaciones, pero no lo hacen. Los alcaldes gobiernan la queja y un grupo de ciudadanos se organiza para saltar a los escaños.

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por JUAN NEIRA

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