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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA ASTURIAS DE LOS VIEJOS

A la vuelta de las vacaciones Asturias quedará por debajo del millón de habitantes. Espero una reflexión colectiva a la altura de la Generación del 98. Como se trata de un conjunto de cifras de nacidos, fallecidos, inmigrantes, leyendas urbanas, etcétera, caben diversos enfoques.

En el otoño de 2022 habrá los mismos habitantes que en 1960. En una primera aproximación destaca que la Asturias actual tiene la mitad de niños y el triple de viejos que entonces. El conocimiento de lo que vino después (los increíbles años sesenta) invita a pensar que la foto poblacional de hace sesenta años era idílica. No lo creo. Ni lo de antes era todo positivo ni lo actual es solo deplorable. Los niños de los años sesenta del pasado siglo eran como los de ahora, aunque unos aprendían con la Enciclopedia Álvarez y otros lo hacen a través de Internet. Los viejos son muy diferentes. Hace sesenta años había pocos, con escasa formación (en las mujeres existían grandes bolsas de analfabetismo funcional) y mala salud. Con los jubilados actuales se puede formar un cuerpo de profesores de igual o mayor calidad que el plantel de doctores que están en nómina en la Universidad de Oviedo. Otra cosa es que ese potencial no lo utilicemos porque la ley no lo permita y la costumbre lo desdeñe. ¿Tiene algo que ver con la demografía? Por supuesto. Dicho resumidamente: todo lo que añade valor abre puertas al empleo. Como hay consenso en que con más empleo hay más hijos, no hace falta alargar la exposición. No hay mayor dilapidación de riqueza en Asturias que la de expulsar del trabajo a la gente que más vale. Solo se podría retirar tempranamente al personal si jóvenes y cuarentones aportaran una productividad enorme, porque de ella podríamos vivir todos. Sucede justo lo contrario: la productividad es la asignatura pendiente.

Un enfoque más sobre la cambiante tercera edad. En 1960 sólo había un 7,7% que tenía más de 65 años. En la actualidad es el 27%. Como no todos morían a los 64 años, sino que la mortalidad era alta a partir de los 50, nos encontramos con que por vía natural se daba un cuadro parecido a la Asturias de las prejubilaciones: la experiencia laboral se perdía y había un gran número de viudas y huérfanos que dependían de la ayuda social. En aquella época el capítulo de las ayudas sociales estaba en mantillas, pero había una familia amplia y cohesionada. Ahora es al revés.

Qué decir de una sociedad tan deficitaria que producía decenas de miles de viudedades y orfandades cada año. Qué poda de capital humano.

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por JUAN NEIRA

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