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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DIVIDE Y VENCERÁS

Los resultados electorales en Andalucía han alterado el cotarro político a un año de pasar por las urnas en la mayoría de las comunidades autónomas y en todos los ayuntamientos. Las encuestas ya preveían un resultado contundente, pero el recuento extremó las tendencias que reflejaban los sondeos.

El triunfo absoluto del PP puso patas arriba los equilibrios electorales del sistema creado con la llegada de los nuevos partidos (Vox, Podemos, Ciudadanos). Una sola cita electoral bastó para dejar al PSOE muy debilitado, Vox estancado, Ciudadanos sepultado y la izquierda radical averiada y confundida.

Un seísmo tan fuerte tendrá réplicas en territorios próximos y alejados de Andalucía. ¿También en Asturias?

Semejanzas

Antes de pasar revista a las formaciones políticas conviene buscar semejanzas, si las hay, entre nuestra región y la andaluza. A primera vista se me ocurren tres. Ambas regiones tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a España. Se sienten muy españolas, lo que quiere decir que a Madrid no lo ven como un enemigo, ni tampoco conciben salidas propias a la crisis económica ni se recrean en bucles melancólicos imaginando un pasado remoto y feliz, pleno de autogobierno. Al contrario, creen que estrechar vínculos con el Estado les beneficia, lo cual es muy cierto. Basta mirar la balanza fiscal para confirmarlo. De hecho, en el caso asturiano, el 20% del PIB procede de transferencias de recursos realizadas desde el Estado.

Esta semejanza les hace compartir el rechazo a pactos con grupos como Bildu o ERC que tienen como objetivo abolir la Constitución e independizarse de España.

En el varapalo recibido por el ‘sanchismo’ en Andalucía (tras alcanzar el peor resultado de la historia, culpan a Susana Díaz por no haber hecho verdadera oposición) influyó la desconfianza creada por las alianzas de Pedro Sánchez. Observar cómo el presidente del Gobierno responde con formas melifluas a los exabruptos de Rufián, mientras reserva las descalificaciones para los portavoces constitucionalistas, no es algo que beneficie al PSOE cuando toca votar en Sevilla, Málaga, Gijón u Oviedo.

Otro rasgo común es haber tenido un desarrollo económico por debajo de la media española en las últimas décadas. Bien es cierto que en el siglo XXI, Asturias agudizó esa tendencia, siendo la segunda región en la que menos creció el PIB en la primera década del siglo y la que más riqueza destruyó en los años de la crisis financiera (13% del PIB). Quizás la mayor diferencia entre Andalucía y Asturias se dé en la evolución de la población: Andalucía ganó 1,3 millones de habitantes en los últimos veinticinco años y Asturias perdió 80.000.

Una tercera característica compartida es la de haber votado prácticamente siempre a la izquierda desde el inicio de la etapa autonómica. Asturias y Andalucía apoyaron al guerrismo, la renovación o cualquier estrategia que llevara las siglas del PSOE.

Es digno de resaltar que las dos regiones mantuvieron durante décadas el voto al mismo partido que fue incapaz de frenar la caída económica.

El largo ciclo de gobiernos socialistas se acabó en Andalucía en 2018, aunque entonces todavía ganó los comicios la candidatura de Susana Díaz, pero ahora la victoria aplastante del PP hace pensar que el presidente Moreno Bonilla llegó para quedarse.

Cambio

De todo lo anterior, deduciría que la sociedad asturiana está preparada para un cambio en las instituciones, otra cosa son los agentes políticos. Veamos. La derecha asturiana está dividida en cuatro grupos. Dos de ellos (PP y Vox) lograron 72 diputados en Andalucía. Los otros dos no cubren ningún hueco en Asturias, pero en la actual Junta General del Principado ocupan siete escaños.

La permanencia de Ciudadanos y Foro en la batalla electoral es un regalo para la izquierda. El objetivo del PP debería ser racionalizar la oferta electoral de la derecha antes de entrar en campaña, pero tiene poca o nula relación con los grupos teóricamente afines.

A estas alturas el PP regional es un partido que está pendiente de convocar su congreso. Quién más incidió en esa anomalía fue Adrián Barbón, sin que la crítica o chanza del líder socialista les haya forzado a hacer los deberes atrasados.

A día de hoy, en las encuestas, el único triunfo relevante del PP es en el Ayuntamiento de Oviedo. Alfredo Canteli tendría la mayoría absoluta. Como en la época de Gabino de Lorenzo. El tiempo no pasa por el PP asturiano.

En la izquierda, Adrián Barbón ha empezado a esprintar, como también lo hace Pedro Sánchez. Son conscientes de que los resultados de Andalucía cambiaron el escenario.

Dos y cuatro

Pedro Sánchez anuncia gasto social en cascada, mientras que Adrián Barbón apela al Gobierno central para agilizar inversiones y actuaciones en la región. Al PSOE le hace mucho daño la absurda cruzada por la cooficialidad de las lenguas vernáculas. Excepto en las encuestas socialistas, en el resto hay una clara mayoría posicionada contra la artificialidad del sistema trilingüe (castellano, bable y eonaviego).

En el campo de la izquierda, la oferta electoral se reducirá a dos candidaturas, el PSOE y la amalgama de siglas que se cobijen bajo la plataforma de Yolanda Díaz. En caso de fracasar el invento de la ministra de Trabajo, Unidas Podemos será la segunda candidatura.

La izquierda competirá con dos marcas, mientras la derecha baraja cuatro para regocijo de sus rivales. Divide y vencerás.

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por JUAN NEIRA

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