El aparato de Podemos en Asturias abre expediente disciplinario a los militantes que dirigieron el partido desde su fundación hasta hace unos meses. Daniel Ripa, exsecretario general, y Rogelio Crespo, exsecretario de organización, tendrán quince días para alegar. Los dos encausados han cometido terribles delitos. En el caso de Ripa, haber nombrado secretaria de Comunicación a una afiliada antes de que formara parte del Consejo Ciudadano. Átame esa mosca por el rabo. En el estalinismo los purgados, por lo menos, eran reos de trabajo fraccional o de ser agentes del capitalismo. En Podemos la cosa va de burocracia pura y dura: para ser secretaria de lo que sea hace falta primero ser miembro del Consejo Ciudadano. Si te saltas el trámite te expulsan a las tinieblas. Lo de Rogelio Crespo es consecuencia de lo anterior: «dejación de funciones» con respecto a la afiliada habilitada como secretaria sin formar parte del Consejo Ciudadano. Dos por el precio de uno. Así se solventan las diferencias internas en un partido que tuvo pretensiones hegemónicas en España. No se mueren de vergüenza porque ya están curtidos. Me refiero a las elecciones primarias del pasado diciembre que se celebraron sin publicar el censo y con un recuento electrónico en el que «se entregaron urnas digitales abiertas y con los resultados filtrados impidiendo hacer las comprobaciones de garantías básicas», según declararon desde el otro sector de Podemos. En el siglo de la transparencia y las garantías, organizar este sambenito es pura extravagancia.
Daniel Ripa manifestó que la ya mentada secretaria de Comunicación asistía al Consejo Ciudadano en calidad de invitada. Ripa dijo que era una «práctica habitual a nivel nacional por parte del equipo de Pablo Iglesias». No me extraña. El primero en romper los procedimientos que se siguen en cualquier organización democrática fue el máximo líder. Los dirigentes que le acompañaron desde los tiempos de las asambleas universitarias cayeron en desgracia. A la purga como método de zanjar las discrepancias políticas se le dio carta de naturaleza. Convertir a su pareja sentimental en número dos de la organización es algo que ningún otro líder político español se atrevió a hacer.
Podemos tiene una trayectoria electoral decadente. En cada convocatoria sacan menos votos y representantes que en la anterior. En el Congreso de los Diputados empezaron con 69 escaños y ahora tienen 35. Al final, sólo ganarán las votaciones internas, con purga incluida.