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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DEVALUAR LA UNIVERSIDAD

Al Consejo Social de la Universidad de Oviedo le preocupa el beneficio académico que obtienen los alumnos en las diversas materias. No es un asunto que sobresalga entre sus cometidos, comparado, por ejemplo, con la búsqueda de financiación para el alma mater, pero está bien que tenga tiempo para todo y se implique en el control de la docencia y sus resultados, a condición de que asuma sus limitaciones, porque en materia de estudios, alumnos y evaluaciones quien tiene más elementos de discernimiento es el profesorado.

Desde el curso 2013-2014 se hace un seguimiento sistemático del porcentaje de aprobados y suspensos que hay en las 2.734 asignaturas que se imparten. Es interesante observar desde qué premisas se analiza.

En el estudio se evita hablar de aprobados y suspensos, aunque están implícitos en el análisis, optando por centrarse en la tasa de rendimiento de las asignaturas. Se refieren a asignaturas ‘críticas’.

Al tratar del éxito o fracaso de los estudios la clave está en las asignaturas, no en los alumnos. Los estudiantes quedan al margen, salvo cuando hay que referirse a las etapas previas a su entrada en la Universidad, como veremos.

En las materias donde hay un 60% de suspensos, hablan de bajas tasas de rendimiento y de ‘anomalías’. Cuando los aprobados rozan el 100% no hay anomalías.

Es evidente que tras las afirmaciones del bajo rendimiento de las asignaturas se encuentra la figura del profesor. Detrás de las materias críticas y los resultados anómalos hay responsables concretos. No lo dicen, pero no hay que ser muy avispado para entenderlo. La Mecánica, por poner un ejemplo, es tan crítica como en los tiempos en que Newton estableció sus leyes (inercia, acción y reacción, relación entre fuerza y aceleración), así que cualquier alusión a ella no deja de ser un rodeo para evitar dar nombres y apellidos.

EBAU

En el informe hay otras causas que explican las bajas tasas de rendimiento de las asignaturas. La más destacada es la EBAU: «las pruebas de acceso a la Universidad no cumplen su función selectiva». Conviene detenerse en este asunto.

En la última EBAU hubo más de un 96% de aprobados; en los exámenes realizados en las distintas asignaturas universitarias hubo un 90% de aprobados. En el caso de la EBAU lo consideran un defecto, pero trasladado el porcentaje de aprobados a la Universidad lo califican de «éxito». Los consejeros quedan atrapados en una contradicción irresoluble.

En el informe piden que en la ESO y el Bachillerato se adapten los contenidos y las exigencias para abordar con éxito las titulaciones universitarias. La deficiente preparación en las etapas no universitarias es motivo del bajo rendimiento de las asignaturas de la Universidad. Es decir, que maestros y profesores exijan más en colegios e institutos, que se ponga una prueba de acceso a la institución más difícil y así las asignaturas universitarias rendirán a plena satisfacción.

Sobresaliente

En el informe se señala que en los grados «con notas de corte elevadas apenas hay presencia de asignaturas críticas», sugiriendo seguir esa vía. Elemental: con alumnos de sobresaliente no hay ni asignaturas críticas ni resultados anómalos.

El mejor ejemplo es la carrera de Medicina, pero hay que hacer una reflexión más amplia. El 90% de los ingresos de la Universidad de Oviedo provienen de los contribuyentes. Es una Universidad pública costeada por los ciudadanos, y en una pequeña medida, por los usuarios. Después de financiar la institución es indigerible que los hijos tengan que estudiar fuera de Asturias por no tener un currículo de sobresaliente. Hay un miembro del Consejo Social que tiene a dos hijos estudiando en otras comunidades autónomas por ese motivo. Puede ilustrarles sobre la cuestión.

Los informes de los consejeros han tenido un efecto pasmoso. En 2014 había 153 asignaturas con tasa baja de rendimiento. En 2015 y 2016 fueron 93. En 2017 bajaron a 85. En los años 2018 y 2019 descendieron a 80. Y en 2020 quedaron reducidas a 36. El profesorado captó el mensaje: si el porcentaje de aprobados marca el éxito de la Universidad, por nosotros que no quede. De esa forma evitan requerimientos de la autoridad competente.

Avances

En el informe incluyen esta frase, «la evaluación de la calidad en el sistema universitario solo encuentra su razón de ser en el logro de avances».

¿A qué llaman avance? ¿Al 90% de aprobados en los exámenes, algo que nunca ocurrió en las universidades españolas? Está claro que el modelo a seguir es el de la Universidad italiana, donde hay, en la práctica, aprobado general desde hace décadas. Hacia ahí vamos, hacia la devaluación de la institución.

Los avances se miden por el éxito de los egresados en el mercado laboral, por el prestigio de los títulos que atraen a estudiantes de otras regiones, por el puesto de la Universidad de Oviedo en los rankings (un auténtico dolor).

Hay que elevar la exigencia desde Primaria, completamente de acuerdo, pero no a cambio de convertir la carrera en una caricatura. No es de recibo que haya más suspensos entre los aspirantes al carné de conducir que en los grados universitarios. Me viene a la cabeza Gregorio Marañón: ‘Todo lo que se regala se profana’.

Los responsables de la Universidad de Oviedo tienen la obligación de velar por el buen nombre de una institución cuatro veces centenaria, donde el aprobado y el suspenso fueron siempre la expresión de una decisión justa.

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por JUAN NEIRA

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