Se cumplieron tres años desde la toma de posesión de Adrián Barbón como presidente del Principado. En ese lapso de tiempo cree realizado el 75% de sus compromisos. No se le puede dar la razón ni llevarle la contraria, porque no hay forma de medir el 75%. Imaginemos que en el programa apareciese la promesa de alcanzar el pleno empleo y al final de la legislatura nadie estuviese en paro. ¿Qué porcentaje representaría el pleno empleo en un programa de 300 puntos? Bajo mi criterio la desaparición del paro vale más que el resto del programa, pero otros dirán que no pasa de ser el 0,3% del conjunto de promesas.
En un ejercicio autocrítico señaló como error haber hecho una planificación legislativa «extremadamente ambiciosa». El presidente considera que «la guerra contra la burocracia la deberíamos haber afrontado al inicio de la legislatura». Lamentarse del pasado no sirve de nada, lo que importa es tomar decisiones con celeridad para dar un vuelco a la situación. La Administración -lenta, cara, ineficaz- constituye uno de los grandes problemas de Asturias. Antes de las elecciones, el Gobierno asturiano debería estar en condiciones de presentar las modificaciones introducidas en los procedimientos. Es preciso ofrecer frutos concretos.
Adrián Barbón calificó de «indignantes» los errores cometidos en las oposiciones a maestro. Unas horas más tarde dimitía el director general de personal docente, Miguel Sariego. Es de agradecer que en vez de disculpar las equivocaciones, el presidente del Principado encabece las críticas. Es muy difícil de entender que la pasada semana, en las pruebas de Primaria, se utilizase para calificar un baremo que ya estaba derogado, y esta semana se vuelva a echar mano del mismo baremo con los opositores de Infantil. Dos veces seguidas el mismo error. Se publicó una lista con los aspirantes que obtuvieron plaza, y tras la alegría y el alborozo, salió otra lista en la que algunos ya no estaban incluidos. Como no es la primera ni la segunda ni la tercera ni la cuarta vez que la Consejería de Educación tiene que rectificar algún decreto o disposición que publica, llegó el momento de reforzar los servicios jurídicos de la citada Consejería. Es lógico que haya pedagogos al frente del departamento, pero es obligado cubrir los flancos débiles. Los problemas de las oposiciones no se agotan, desgraciadamente, en los errores de las listas. Hay otras cuestiones que no se pueden volver a repetir si se quiere salvaguardar la objetividad de todo el proceso.