Reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP antes de las vacaciones. Las cosas marchan muy bien para el principal partido de la oposición. El resultado de las elecciones en Andalucía ha hecho que despegue en las encuestas. En los últimos sondeos el PP obtiene más de 130 diputados y el PSOE vuelve a estar por debajo de cien, como ocurrió en las dos primeras elecciones generales en que Pedro Sánchez encabezó la alternativa socialista. Con una diferencia añadida de gran importancia: entonces Podemos obtenía setenta diputados y, ahora, apenas supera los veinte escaños. Se puede discutir si la mejora se debe a Feijóo o el político gallego estaba en el sitio adecuado cuando llegó el viento favorable a las velas del partido. En cualquier caso, el PP atraviesa el mejor momento desde la moción de censura a Rajoy.
Ante la dirección del partido, Feijóo pronunció un discurso optimista: «España ya no les escucha (al Gobierno de la izquierda) porque España ya no les cree»; «no se puede seguir ni por el mismo camino ni con el mismo gobierno». Imbuido de entusiasmo adelantó dos decisiones controvertidas. El PP no va a utilizar la sentencia sobre los ERE de Andalucía para desacreditar a todo el PSOE. Es evidente que a todos los socialistas no los va a poder embadurnar con la corrupción de los ERE, porque hay dirigentes y gobernantes honrados y dignos, pero la sentencia tiene una enorme importancia. Quedó demostrado que se malversaron 679 millones de euros que estaban destinados a trabajadores en paro y un exministro socialista y presidente de la Junta de Andalucía (Griñán) fue condenado a seis años de cárcel. A ver si la oposición mira para otro lado y, al final, el exministro queda indultado, como ocurrió con los cabecillas sediciosos del independentismo catalán.
La otra decisión controvertida es aplazar los congresos regionales pendientes (Asturias, Navarra, Cantabria, La Rioja). Al parecer, Feijóo no quiere que haya ruido y solo aceptaría la celebración de los citados congresos si estuviese garantizado que no habrá problemas y quedara descartada la posibilidad de divisiones entre la militancia. De no concurrir esas condiciones se celebrarían los congresos después de las elecciones. El argumento es francamente chusco y, además, encierra un problema: aplazar congresos conlleva tomar decisiones a dedo. ¿Cómo se elegirá el candidato autonómico del PP? En enero de 2019 Casado hizo un viaje exprés a Asturias y dijo que la candidata era Mallada. ¿Repetirá Feijóo la jugada?