En el verano entre la sequía, el calor y los turistas el abastecimiento de agua se vuelve problemático. En Llanera, una avería en las conducciones dejó sin agua al vecindario. En Llanes la situación se vuelve amenazante ante el gran consumo diario. Por cierto, si en la factura del servicio del agua se tiene derecho a consumir varios metros cúbicos por domicilio, sin sufrir un recargo, es lógico que la gente cometa excesos. Lo de pedir conductas responsables queda muy bien para la galería, pero lo que debe hacer un ayuntamiento es poner unas tarifas progresivas que disuadan a la gente que actúa sin ningún tipo de control. En la actualidad hay dieciocho concejos que están en una situación vulnerable; en los próximos años, con el avance del cambio climático, la situación irá a peor.
En Asturias hemos perdido mucho tiempo. La carencia de lluvias en los años 1988 y 1989 creó un ambiente adecuado para tomar decisiones. Había miedo a que llegara a faltar el agua y se volviera al régimen de cortes de suministro, como en los años de la posguerra, con los avisos radiofónicos. De la reflexión nació la alternativa de construir un pantano en el Ayuntamiento de Caso que vendría a duplicar la capacidad de abastecimiento en el área central. El proyecto (el embalse de Caleao) se negoció con el Gobierno central. Aunque parecía que se iba a construir, al final la Administración se echó para atrás y Asturias quedó a merced de los caprichos de la meteorología.
Tras más de dos décadas debatiendo sobre alternativas, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) hizo una propuesta, sobre la que se debía redactar el Plan Hidrológico 2022-2027, que partía de la premisa de poner la atención en la calidad de las aguas, en vez de centrarse en la construcción de grandes infraestructuras de abastecimiento, porque según CHC el suministro estaba garantizado. La calidad es muy importante, pero dar por bueno que no habrá problemas de suministro cuando el 98% de los recursos del Consorcio de Aguas de Asturias (CADASA) proviene del embalse Tanes-Rioseco, es un cálculo muy optimista, ya que sólo tiene 37,5 hectómetros cúbicos de capacidad. A escala municipal, varios ayuntamientos pidieron la construcción de nuevos depósitos (once) y plantas potabilizadoras. Todos fueron rechazados por el Principado. Ni embalses ni depósitos, el nuevo paradigma son las grandes conducciones de agua que actuarán como vasos comunicantes entre las poblaciones de la región. Eso sí, antes de 2028 no habrá nada.