Las ayudas del Principado para el alquiler de vivienda han superado un tortuoso recorrido burocrático. Empiezan a llegar a los demandantes quince meses después de haber presentado las solicitudes, lo que da idea de la eficacia de nuestra Administración. El director general de Vivienda considera que hubo un cambio en las ayudas, ya que antes se ofertaban para estimular el alquiler, mientras que ahora se han convertido en una prestación social pura y dura al recibirla «alguien que necesita pagar ya». Habrá que convenir que de momento no cumplen ese objetivo, porque durante quince meses, como mínimo, tienen que procurarse otro medio para pagar la renta al propietario de la casa. Para subvencionar la renta de las viviendas hay más dinero que nunca (13,5 millones de euros) y también habrá récord de beneficiarios. Comparado con la convocatoria de 2015, un 60% más de dinero y un 42% más de agraciados.
La Constitución dice que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Y que los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho. Añadamos que es una satisfacción comprobar que miles de asturianos, gracias al programa del Principado, disfrutarán de un bien protegido constitucionalmente. Pese a todo lo anterior hay que preguntarse si vamos en la dirección correcta. El fuerte aumento de la cobertura presupuestaria de las prestaciones sociales y el crecimiento sustancial del número de beneficiarios es un fenómeno característico de sociedades que se empobrecen. Que haya cada vez más gente esperando que se publiquen convocatorias de subvenciones para registrar la solicitud no se corresponde con un país que progresa. En las regiones prósperas el 100% del alquiler lo paga el arrendatario. Una cosa es que fruto de la riqueza haya una sanidad o educación pública excelente y otra muy distinta que la Administración tenga que intervenir para financiar relaciones contractuales privadas, como son las que vinculan a arrendadores y arrendatarios. Si hay mucha gente necesitada habrá que dar ayudas para la vivienda, pero no se puede ver este fenómeno como un ejemplo de éxito, sino como un parche para evitar males mayores.
Cada vez más la política asturiana se mueve en torno a la subvención. Se discute de infraestructuras, medioambiente o urbanismo, pero el núcleo de la gestión es la subvención, que es tanto como decir, asturianos dando dinero a asturianos.